Redoblar la guardia

Un hábil general conducía su ejército por una larga y pesada jornada en el desierto, llegando finalmente a un lugar amplio donde podía acampar. Estaban los soldados trabajando contentos, aunque exhaustos por la larga marcha, para establecer el campamento, cuando, de repente, un centinela se dirigió al general:
-Señor, tenemos informaciones seguras de que el enemigo planea atacarnos en este lugar durante el descanso de la noche.
La reacción del bravo guerrero fue una sola frase:
-¡Redoblar la guardia durante la noche!
Sí, de hecho, la vigilancia es fundamental en nuestra lucha contra los poderes espirituales del mal que andan alrededor. Especialmente nuestros puntos en los que sabemos, por experiencia, que somos más vulnerables al ataque, necesitamos redoblar nuestra guardia. Debemos ser vigilantes en todo, pero especialmente donde y cuando sabemos que el peligro es mayor.
En la vida cristiana, la vigilancia es la oración. ¡Como necesitamos doblar las rodillas y vigilar en oración para cada paso, por cada realización de nuestra vida! Si sospechamos que el enemigo anda rugiendo alrededor como león, buscando a quién devorar (1 Pedro 5:8), vigilaremos con todo nuestro ser. La victoria sólo nos es dada cuando estamos unidos en oración a Aquel que despojó a los principados y potestades, y los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.

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