Su misericordia

Estando Jesús en casa, comiendo junto con muchos publicanos, los fariseos se preguntaban porqué comía con personas pecadoras. Al oírlos, Jesús respondió:
- Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento (Mateo 9:10-13).
Este es el corazón del Salvador. Él no vino para condenarnos, sino para salvar al que estaba perdido. Exultemos de gozo: nuestra condición era indigna y miserable, ¡pero Jesús vino justamente por los indignos y miserables! Jamás será conocido otro hecho más conmovedor, que el Dios santo al venir a la tierra, por sobre todo procuró la compañía de los hombres pecadores, dando Su vida preciosísima en rescate por ellos.
En efecto, "no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia" (Romanos 9:16).

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