"Tu siervo está en medio de tu
pueblo al cual escogiste, un pueblo inmenso que no se puede numerar ni
contar por su multitud. 9 Da, pues, a tu siervo un corazón con
entendimiento para juzgar a tu pueblo y para discernir entre el bien y
el mal. Pues ¿quién será capaz de juzgar a este pueblo tuyo tan grande?
10 Y fue del agrado a los ojos del Señor que Salomón pidiera esto. 11 Y
Dios le dijo: Porque has pedido esto y no has pedido para ti larga vida,
ni has pedido para ti riquezas, ni has pedido la vida de tus enemigos,
sino que has pedido para ti inteligencia para administrar justicia, 12
he aquí, he hecho conforme a tus palabras. He aquí, te he dado un
corazón sabio y entendido, de modo que no ha habido ninguno como tú
antes de ti, ni se levantará ninguno como tú después de ti", (1º Reyes 3:8-12)
Hemos venido hablando acerca del discernimiento espiritual en términos de cómo entenderlo y cultivarlo.
Ciertamente, esta es una cualidad que todo creyente debiera anhelar
tener, y a la vez es algo que Dios valora, aprecia y algo en lo que Dios
se deleita. La respuesta de Dios a la oración de Salomón, como nos dice
el texto que encabeza este artículo, nos deja ver el deseo de Dios de
que sus hijos posean ese discernimiento.
Salomón reconoció encontrarse frente a
un pueblo numeroso con complejas situaciones, por lo que él pide la
asistencia de Dios, rogando por discernimiento. Dios se complació en
esto y le dice que le concedería riqueza y fama junto con el
discernimiento, porque había visto lo genuino de esta petición. Cuando
aumentan las opciones y la complejidad, aumenta la necesidad de
discernir. Salomón pudo percatarse de esto antes de subir a gobernar.
Hoy en día nosotros, como ciudadanos
comunes de cualquier nación, tenemos que enfrentar situaciones mucho más
complejas, y vivimos con un número significativo de opciones entre las
cuáles tenemos que discernir. Era mucho más fácil para los padres
discernir qué programas de televisión permitir que sus hijos vieran
cuando yo tenía cinco años de edad que hoy en día. En aquella época, aun
dentro de las opciones disponibles, encontrábamos personas detrás de
los medios de comunicación con ciertos valores morales y familiares, que
proveían ciertas garantías del contenido de los transmitido. Ese no es
siempre el caso en la programación de hoy. En nuestros tiempos las
opciones se han multiplicado junto con las complejidades de las
familias, de las naciones y de los demás problemas en la sociedad, y eso
hace que al cristiano se le haga cada vez más necesario el cultivar o
desarrollar la habilidad de discernir, si él quiere caminar en
integridad de corazón. Este discernimiento es una característica del
hijo de Dios que es maduro, y para llegar a la madurez es necesario el
haber consumido Su palabra, y no solamente “la leche” (ver Heb. 5 ), sino el alimento sólido de su palabra. Esto deleita a Dios.
Podemos encontrar en la palabra de Dios
un llamado al discernimiento, y eso es algo que nosotros vemos de manera
puntual en el libro de Proverbios: “1 Hijo mío, si recibes mis
palabras, y atesoras mis mandamientos dentro de ti, 2 da oído a la
sabiduría, inclina tu corazón al entendimiento; 3 porque si clamas a la
inteligencia, y alzas tu voz al entendimiento, 4 si la buscas como a
plata, y la procuras como a tesoros escondidos, 5 entonces entenderás el
temor del SEÑOR, y descubrirás el conocimiento de Dios. 6 Porque el
SEÑOR da sabiduría, de su boca vienen el conocimiento y la
inteligencia”, (Prov. 2:1-6 ).
“Hijo mío si recibes mis palabras…”. Su palabra representa hoy en día su revelación, la Biblia; de manera que para yo entender correctamente, yo requiero aceptar esa palabra de Dios como una “brújula” para mi vida. Ahora, notemos cómo Dios nos dice a través del autor de Proverbios “si atesoras mis mandamientos dentro de ti…”; esos mandamientos de la palabra de Dios, esa revelación así atesorada en el interior del individuo, ha de contribuir a formar la conciencia, la cual participa activamente a la hora de discernir.
El autor de Proverbios continúa: “Inclina tu corazón al entendimiento…”, y más adelante agrega: “si buscas esa inteligencia y ese entendimiento como a plata…”.
Con estas palabras, el texto me deja ver que para discernir yo necesito
aprecio por esta cualidad. Aquellos que no aman el discernimiento no
van a buscar la sabiduría de Dios, no van a buscar el entendimiento de
Dios, y por tanto su discernimiento va a permanecer estancado, o no
desarrollado. Pero el que ama el discernimiento va a amar el estudio de
la palabra.
Quisiera concluir dejando claro que para
discernir correctamente es imprescindible la iluminación del Espíritu
Santo y nuestra dependencia de Él. Sin el Espíritu de Dios, no podemos
discernir las diferentes situaciones de la vida, ni entre las diversas
opciones. El apóstol Pablo escribe en 1º Corintios 2:14 : “Pero
el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para
él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen
espiritualmente”. No es simplemente que el hombre natural no
tiene amor o aprecio por lo que es la sabiduría de Dios; sino que aun
leyéndola no será capaz de entenderla. El texto nos explica la razón:
las cosas de Dios se disciernen por medio de su Espíritu. Recordemos que
cuando hablamos de la definición de discernimiento espiritual, hablamos
de que era la capacidad de ver la vida a través de la revelación de
Dios; esa es su palabra, pero esa revelación tiene que ser iluminada por
el Espíritu para ser entendida correctamente.
En el próximo artículo estaremos
concluyendo esta serie del discernimiento espiritual con algunas formas
prácticas para evitar errar en el ejercicio del discernimiento.
Fuente: www.integridadysabiduria.org
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