"Tengo más discernimiento que todos mis maestros, porque tus testimonios son mi meditación”, (Salmos 119:99)
Una vez más vemos cómo el discernimiento
está íntimamente relacionado a la palabra de Dios. El salmista no dice
tener más discernimiento que sus maestros de una forma orgullosa, sino
que usa esta forma de expresión para mostrar cómo la palabra de Dios
está por encima de toda sabiduría humana. El autor del Salmo había hecho
de los testimonios del Señor su meditación diaria. y por tal razón
había llegado a adquirir más discernimiento que aquellos que habían sido
sus maestros. Con este breve comentario queremos dar introducción al
tema que hemos venido tratando por varias semanas y que hoy concluye;
nos referimos al discernimiento espiritual.
En las entregas anteriores, procuramos definir el discernimiento espiritual; meditamos en cómo alcanzarlo, y vimos la complacencia de Dios
en este ejercicio. Como conclusión entonces, estaremos presentando
algunas observaciones acerca de errores que debemos evitar a la hora de
discernir. Éstos errores son cometidos con frecuencia, aun por
cristianos maduros, por lo que oramos que el Seños nos conceda su
sabiduría para trillar este terreno accidentado.Al escribir acerca de
estos principios, queremos dar crédito al libro de Tim Challies, The
Discipline of Spiritual Discernment, (La Disciplina del Discernimiento
Espiritual), que nos sirvió de mucho a la hora de conceptualizar todas
estas ideas.
Primera observación: No condenes a una persona solamente por haberse asociado en algún momento con alguien que pudiera tener enseñanzas cuestionables.
En su conferencia para pastores del año
2010, el pastor John Piper invitó a Rick Warren como uno de los
predicadores del evento. Esto causó consternación en la mente de muchos
debido a que el pastor Rick Warren tiene conceptos teologícos
significativamente cuestionables, que lo han llevado a un pragmatismo
importante. A partir de ese momento, muchos condenaron a Piper
simplemente por haberlo invitado a predicar en dicha conferencia, hasta
el punto que muchos decidieron incluso no asistir. Sería algo lamentable
ver que algunos se distancien del pastor Piper o de su teología por
haberle extendido a Warren una invitación. Recordemos que no debiéramos
condenar a una persona por una asociación momentánea con alguien de
enseñanzas cuestionables. En esos casos, necesitamos ejercer el
discernimiento y conocer más a fondo la intención de la invitación o de
la asociación con la persona, y esperar los resultados antes de dar
nuestro veredicto. El profeta Samuel guardó una estrecha relación con el
rey Saúl y, a pesar de sus desaciertos, Samuel nunca le abandonó ni
dejó de ser un buen profeta que aconsejaba a un rey malvado, llegando
hasta a llorar por él (1º Sam. 15:35-36 ).
Algo similar ocurre cuando citamos a un
autor que pudiera tener algunas enseñanzas cuestionables a la luz de la
palabra, y que otros nos condenan simplemente por haber hecho uso de la
cita. Es posible que el autor sea cuestionable, pero la cita usada puede
ser verídica y de rico contenido. De manera que esto es algo de lo que
debemos cuidarnos a la hora de discernir. No olvidemos lo que Francis
Schaeffer nos recordó hace unos años atrás: toda verdad es verdad de
Dios.
Segunda observación: No apruebes a alguien por su asociación con otra persona de buena reputación o enseñanza.
Volvamos al ejemplo de Rick Warren y
John Piper. Warren tiene muchas ideas y conceptos pragmáticos
relacionados al evangelio que no son necesariamente loables. Entonces no
podemos, simplemente al ver la invitación del pastor Piper para el
pastor Warren, aplaudir de repente todo el pragmatismo de este último.
Una cosa no implica la otra. Nosotros necesitamos ser personas maduras,
que disciernen y separan una cosa de la otra, y no simplemente estar
haciendo juicios por asociaciones que a nuestros ojos parecen
condenables. “No juzgues un libro por su cobertura”, dice un refrán del
Inglés.
Tercera observación: No todas las doctrinas tienen el mismo peso.
Cuando yo tomo una doctrina de primer
grado, como es la resurrección de Cristo, y la degrado y la coloco en el
plano de lo cuestionable, entonces eso me lleva al liberalismo, y no
voy a poder discernir bien todo lo demás. Es necesario el demarcar con
cierta precisión lo que son doctrinas de primer grado, no cuestionables,
como el nacimiento virginal, la encarnación de Cristo, la vida sin
pecado de nuestro Señor, su crucifixión y resurrección, para mencionar
algunas. Pudiéramos observar también lo opuesto, cuando se toma una
doctrina que es de tercer grado y la coloco en el lugar de doctrinas de
primera categoría, entonces termino en un legalismo. Tomemos el rapto de
la Iglesia como ejemplo: que si va a ser al principio, en el medio, o
después del período de la tribulación, o incluso si va a ocurrir. Esta
es una doctrina de tercer grado, y no forma parte de la columna
vertebral de la fe cristiana. Sería un error el no asociarnos con
alguien porque piense que el rapto va a ocurrir en un momento diferente
al que nosotros consideramos. Igual lo sería el yo considerar a alguien
como un mal maestro de la Biblia porque no crea que va a haber un rapto.
Esas son doctrinas a las que yo no les puedo dar el mismo peso que la
resurrección de Cristo, teniendo en cuenta que hermanos muy ortodoxos
han pensado de manera distinta a lo largo de la historia con relación a
estos temas de escatología.
En el Nuevo Testamento, Priscila y
Aquilas se reunieron con Apolos, alguien conocido como “hombre
elocuente, y que era poderoso en las Escrituras” (Hch. 18:24), para
explicarle algunas cosas que aún no había llegado a comprender: “Y
[Apolos], comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga. Pero cuando
Priscila y Aquila lo oyeron, lo llevaron aparte y le explicaron con
mayor exactitud el camino de Dios”, (Hch. 18:26). Todos tenemos necesidad de crecer en entendimiento doctrinal.
Cuarta observación: No sea simplista.
Muy comúnmente, las cosas no son tan
simples como parecen a la vista. En días pasados alguien me preguntaba
acerca de la moda de los tatuajes en los jóvenes, si era algo cultural o
del momento. Pudiéramos verlo de esa manera, o podemos investigar más a
fondo para ver qué se conoce acerca de esta práctica. Si bien es cierto
que algunas personas pudieran estar tatuándose simplemente como algo
parte de una “moda” nueva, no es menos cierto que en Estados Unidos, se
han realizado múltiples estudios en jóvenes tatuados, que han llevado a
múltiples publicaciones dando a conocer que muchos (no todos) jóvenes
tatuados pertenecen a un grupo de alto riesgo para relaciones sexuales
premaritales, drogas, alcohol depresión, suicidio, [1]
Una vez más podemos comprobar que las cosas no son tan simples como
parecen a simple vista, y por tanto, antes de arribar a una conclusión,
estudie bien el caso, medítelo, cerciórese bien de que usted ha buscado
toda la evidencia disponible hoy en día, y luego emita su juicio.
Quinta observación: Tenga cuidado de su orgullo.
El orgullo no admite otras opiniones, no
admite cambiar, no admite que está equivocado, no admite que necesita
ayuda, no admite que necesita más información. De hecho, el orgullo se
niega a revisar cualquier evidencia presentada, porque no quiere
encontrar su equivocación. Una vez dio un veredicto, el orgullo no se
permite cambiarlo. Por tanto, el cuidarnos de nuestro orgullo es
imprescindible para el correcto desarrollo del discernimiento
espiritual.
Sexta observación: No comprometa la verdad por amor al otro.
Este es un error muy común hoy en día.
La verdad no puede ser comprometida por mucho amor que podamos tener
hacia el otro. Sea nuestro amigo, hijo o cónyuge, la verdad es la
verdad, y tiene que ver con Dios por encima de todas las demás personas.
Sin embargo, no debemos divorciar la verdad del amor, que es otro error
común. No es tomar una actitud de “esa es la verdad, y si le molesta,
¡que le moleste!… a mi no me importa porque esa es la verdad”. Cristo no
habló ni vivió de esa forma; Él no fue a la cruz de esa manera. Cristo
vivió expresando su amor continuamente, nunca divorciado de la verdad, o
dicho al revés, expresando la verdad, nunca divorciado de su amor y su
gracia.
Séptima observación: No dé un veredicto antes de escuchar toda la historia o todos los hechos. Que algo sea verdad no implica que es toda la verdad.
Nosotros somos altamente influenciables,
y eso nos lleva muchas veces a dar un veredicto antes de tiempo.
Procure escuchar toda la historia; el primer informe que usted tiene
quizás no corresponda a toda la historia. Pregúntese acerca de todos los
hechos.
Imaginemos la siguiente situación: Usted
tiene una pareja de esposos; la esposa le presenta la historia del
matrimonio, y supongamos que ella le dijo toda la verdad que ella
conoce, en la forma en que ella la percibió. Eso no representa toda la
verdad, sino una porción de la misma. Espere entrevistar al esposo,
escúchelo y luego arme su rompecabezas. Es común que luego de
entrevistar a la otra parte nos demos cuenta que la primera persona pudo
haber tenido la mejor intención de decir la verdad, pero sus emociones,
sus heridas, y su personalidad han influido en su percepción de esta
verdad, y le han dado un color a la verdad que quizás no es el que
corresponde a la realidad.
Octava observación: La ausencia de versículos que aprueben o nieguen algo, no implica libertad para hacerlo.
Hay múltiples enseñanzas que no están en
la Biblia, y eso no implica que yo tengo libertad para hacerlo. La
Biblia no dice absolutamente nada acerca de la fertilización in-vitro,
ni a favor, ni en contra. ¿Implica eso que no tenemos principios
bíblicos y éticos para poder evaluar lo que es la fertilización
in-vitro? Claro que no. Pero la Biblia no es un libro de genética, ni es
un libro que se escribió en el siglo XXI. El hecho de que la Biblia no
presente versículos específicos en torno a una situación no me da
libertad absoluta para yo hacerlo, necesariamente. Aunque no tenga un
texto específico, la Biblia está llena de principios que nos permiten
alumbrar esas áreas, a la luz del resto de lo que la palabra dice que
junto con la morada del Espíritu Santo en nosotros, nos puede llevar a
conclusiones concretas. Aunque tal vez no conozcamos el pensamiento de
Dios con exactitud, en cuanto a un tema en específico, Él nos ha dado
una revelación que nos sirve de brújula.
Con estos principios terminamos nuestra
serie sobre el discernimiento. Como podemos ver, el discernir el bien y
el mal, el discriminar entre la verdad y el error, es una tarea que Dios
ha dejado a los hijos de los hombres. Esta labor es necesaria para
honrar a Dios en primer lugar, y para evitarnos consecuencias que nos
puedan costar mucho por un largo tiempo. El estudio de la palabra de
manera minuciosa es donde comienza este ejercicio. Sin este estudio, y
sin la morada del Espíritu de Dios, nada podemos hacer. Esperamos que
estas cuatro entradas le hayan edificado.
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