Un rostro brillante

Durante la rebelión de los Bóxer, en la China, centenas de cristianos fueron martirizados, en una verdadera masacre de crueldad y terror.
Cierto día, en Pekín, los Bóxer estaban desfilando por una calle. Una joven cristiana estaba sentada en la parte trasera de una carroza, que era conducida para ser ejecutada. Los verdugos la cercaban con espadas en las manos. La atmósfera era muy pesada y aterrorizante, los aires se llenaban con los gritos de los Bóxer.
No obstante, el rostro de aquella pequeña hermana brillaba, mientras ella entonaba alabanzas al Señor. Cierto muchacho que observaba la escena a través de un agujero en la pared frontal de una tienda cerrada, se quedó profundamente impresionado con la expresión reluciente de la muchacha, su alegría y los cánticos de alabanza. En ese momento, tal muchacho decidió descubrir la verdad con respecto a la fe cristiana, de manera que más tarde se convirtió y llegó a ser un predicador. 
Es importante percibir que la alegría radiante de aquella hermana y sus cánticos de alabanza sólo eran posibles porque Cristo estaba actuando dentro de ella. Tal muchacha estaba llena de aprecio por su Señor. El rostro apenas mostraba el estado del corazón. Por amar tanto a Cristo, Él se convirtió en una fe abundante en su interior. Había allí una unión orgánica indestructible. Los verdugos podían matar el cuerpo de aquella joven, pero jamás podrían separarla de su Señor.

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