Cristo Murió Para Sanarnos de las Enfermedades Morales y Físicas


Pasaje Clave: Isaías 53:5, Mateo 8:16-17.

Cristo sufrió y murió para que la enfermedad pueda ser un día totalmente destruida. La enfermedad y la muerte no eran parte del plan original de Dios con el mundo. Aparecieron con el pecado como parte del juicio de Dios contra la creación.

La Biblia dice: «La creación fue sujeta a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza)) (Romanos 8:20). Dios sujetó al mundo a la futilidad del dolor físico para mostrar el horror del mal moral.

Esta futilidad incluye la muerte. «El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte» (Romanos 5:12). Esto incluye todos los gemidos de la enfermedad. Y los cristianos no están excluidos: «No sólo ella (la creación), sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo» (Romanos 8:23).

Pero toda esta miseria de la enfermedad es temporal. Esperamos ansiosamente una época cuando el dolor corporal no exista más. La sujeción de la creación a la futilidad no era permanente. Desde el mismo principio de su juicio, la Biblia dice que Dios puso su mira en la esperanza. Su propósito final ha sido que «la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios» (Romanos 8:21).

Cuando Cristo vino a este mundo, vino con la misión de realizar esta redención global. Señaló su propósito curando a muchas personas durante el curso de su vida. Hubo ocasiones cuando las multitudes se reunían y él sanaba a todos los que estaban enfermos (Mateo 8:16; Lucas 6:19). Esto era una manifestación previa de lo que iba a pasar al final de la historia cuando «enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor» (Apocalipsis 21:4).

La manera en que Cristo derrotó a la muerte y la enfermedad fue tomándolas sobre sí mismo y llevándolas con él a la tumba. Cuando sufrió y murió, Jesús sufrió el juicio de Dios contra el pecado que trajo la enfermedad. El profeta Isaías explicó la muerte de Cristo con estas palabras: «Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él y por su llaga fuimos nosotros curados» (Isaías 53:5). Los horribles golpes sobre la espalda de Jesús trajeron un mundo sin enfermedad.

Un día toda enfermedad será eliminada de la creación redimida por Dios. Habrá una nueva tierra. Tendremos nuevos cuerpos. La muerte será tragada por la vida eterna (1º Corintios 15:54; 2º Corintios 5:4). «El lobo y el cordero serán apacentados juntos: y el león comerá hierba como el buey» (Isaías 65:25).

Y todo el que ame a Cristo cantará cánticos de gratitud al Cordero que fue inmolado para redimirnos del pecado y la muerte y la enfermedad.

Extracto del libro “La Pasión de Jesucristo”

Por John Piper

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