La mayoría de los seres humanos asume que algunas acciones son buenas
mientras que otras son malas. Y cada vez que juzgamos moralmente una
acción como buena o mala estamos presuponiendo la existencia de una
norma de conducta que está por encima de los seres humanos y a la que
todos debemos ajustarnos por igual; sin esa norma nuestras palabras no
tendrían sentido alguno, del mismo modo que no tendría sentido decir que
me alejo o me acerco si no he establecido ningún punto de referencia.
Sin
una norma absoluta de conducta podríamos decir que algo es conveniente o
inconveniente en una situación dada, pero no podríamos decir que “es”
buena o mala. Y aún el concepto de “conveniente” o “inconveniente”
estaría sujeto al juicio de cada cual.
Por ejemplo, muchos pensamos que los actos terroristas son malos,
pero es probable que muchos terroristas no lo vean así, sino más bien
como un medio de defensa ante una agresión inicial. Como bien señala
James Burtchaell, a pesar de siglos de guerras, casi nadie asume la
responsabilidad de haber disparado primero. Todos los ataques son
presentados como contraataques. En el caso particular de los
terroristas, éstos suelen verse a sí mismos como víctimas que responden a
una agresión estatal. De ese modo el acto terrorista queda reducido a
una respuesta justa de revancha.
Por otro lado, la evaluación de “bueno’ o “malo” también presupone
que los seres humanos somos criaturas morales y no simplemente el
producto del azar o la casualidad, como enseñan los naturalistas. En una
serie para la PBS titulada “Evolución”, el naturalista Daniel Dennett,
afirmó que uno de los grandes logros de Darwin fue el de reducir el
diseño del universo a “una materia en movimiento sin propósito ni
significado.”
Visto de ese modo, el hombre queda reducido a una máquina compleja y
nada más; y las acciones de una máquina no son buenas o malas moralmente
hablando, simplemente son. Los cristianos, en cambio, creemos en la
existencia del bien y del mal porque partimos de la premisa de que Dios
hizo al hombre a Su imagen y semejanza; El nos ha provisto de una ley
moral que es conforme a Su carácter y ante la cual el hombre es
responsable.
Así que la norma de evaluación existe y todos tenemos la
responsabilidad moral de ajustarnos a ella. Eso es lo que todo hombre
asume, consciente o inconscientemente, cada vez que pasa juicio moral
sobre sus propias acciones o las acciones de otros.
© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo.
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