A comienzos del 1970, Norma McCorvey, en ese entonces una joven
mesera de 21 años, dijo haber sido violada por una pandilla y haber
quedado embarazada. Dos abogadas recién graduadas de la Facultad de
Leyes de la Universidad de Texas, Sarah Weddington y Linda Coffee, la
convencieron de abortar su bebé en vez de darlo en adopción. El caso fue
llevado a los tribunales, hasta llegar a la Suprema Corte de Justicia.
Las abogadas de McCorvey, conocida ahora con el seudónimo de Jane Roe,
argüían que ella había sido privada de su derecho fundamental a escoger
cuándo y dónde tener un niño.
Finalmente, el 22 de Enero de 1973, la Suprema Corte de Justicia
declaró que el derecho constitucional de la mujer a su privacidad era
más importante que el derecho del estado a regular el aborto. En otras
palabras, si el estado legisla en contra del aborto se está
entrometiendo con el derecho que tiene la mujer a su vida privada. Este
famoso caso pasó a la historia como “Roe versus Wade”. Hasta ese
momento, sólo 4 estados permitían el aborto y únicamente por causas
terapéuticas. Pero a partir de entonces, el aborto quedó legalizado en
los 50 estados de los EUA.
Unos años más tarde, la protagonista del famoso caso judicial declaró
que había mentido, que su embarazo no había sido el producto de una
violación y se arrepintió de haber sido usada para defender la libre
elección de la mujer. El 23 de Marzo de 1997 hizo la siguiente
declaración: “Yo soy Norma McCorvey. Fui conocida como Jane Roe el 22 de
Enero de 1973 cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos declaró que
la mujer tiene el derecho de abortar… Humildemente pido perdón a los
millones de mujeres y niños no nacidos que han experimentado la
violencia del aborto”. En el 2004 trató de reabrir su caso, pero su
petición fue denegada.
Irónicamente, en un discurso pronunciado en el Instituto de Ética de
la Educación, en Oklahoma, Sarah Weddington explicó con estas palabras
por qué había defendido el improvisado relato de McCorvey: “Mi conducta
pudo no haber sido totalmente ética. Pero lo hice por lo que pensé
fueron buenas razones”. Lamentablemente, una historia inventada y la
conducta “no totalmente ética” de dos abogadas, resultaron en un
veredicto que ha costado la vida de unos 45 millones de seres humanos.
Las ideas tienen consecuencias; cuando el hombre decide echar a un lado
las normas de Dios para implantar las suyas, los resultados son
catastróficos.
© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo.
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