Después de resucitar de entre los muertos Jesús le preguntó tres
veces a Pedro si él lo amaba. En las tres ocasiones Pedro le contestó
que sí. Jesús entonces le dijo a Pedro cómo sería su muerte –
aparentemente crucificado. Pedro tuvo curiosidad de cómo le iría a Juan.
Así que le preguntó a Jesús, “¿Y qué con éste hombre?” Jesús no le hizo
caso a la pregunta y dijo: “¿A ti qué? ¡Tú sígueme!” Aquí está el
intercambio en su totalidad:
“En verdad, en verdad te digo: cuando eras más joven te vestías y
andabas por donde querías; pero cuando seas viejo extenderás las manos y
otro te vestirá, y te llevará adonde no quieras. Esto dijo, dando a
entender la clase de muerte con que Pedro glorificaría a Dios. Y
habiendo dicho esto, le dijo: Sígueme. Pedro, volviéndose, vio que les
seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el que en la cena se había
recostado sobre el pecho de Jesús y había dicho: Señor, ¿quién es el que
te va a entregar? Entonces Pedro, al verlo, dijo a Jesús: Señor, ¿y
éste, qué? Jesús le dijo: Si yo quiero que él se quede hasta que yo
venga, ¿a ti, qué? Tú, sígueme”
Las palabras abruptas de Jesús – “¡No es asunto tuyo, sígueme!” – son
música a mis oídos. Ellas me liberan del lazo deprimente de la
comparación funesta. A veces, cuando escaneo los anuncios de
‘Christianity Today’ (todos los diez mil), me desanimo. No tanto como lo
hacía hace veinticinco años, pero aún encuentro agobiante la avalancha
de sugerencias ministeriales.
Libro tras libro, conferencia tras conferencia, DVD tras DVD, –
diciéndome cómo tener éxito en el ministerio. Y todos dándome sutilmente
el mensaje de que no lo estoy haciendo bien. La adoración podría ser
mejor. La predicación podría ser mejor. La evangelización podría ser
mejor. La asistencia pastoral podría ser mejor. El ministerio juvenil
podría ser mejor. Las misiones podrían ser mejor. ¡Esto es lo que
funciona! ¡Compra esto! ¡Ve aquí! ¡Hazlo de esta manera! Y para añadir
leña al fuego, ¡algunos de esos libros y conferencias son míos!
Así que me sentí alentado por las palabras abruptas de Jesús hacia mí
(y hacia ti): “¿Y a ti qué? ¡Tú sígueme!” Pedro acababa de escuchar una
palabra muy fuerte: Tú morirás – con mucho dolor. Y su primer
pensamiento fue la comparación. ¿Y qué con Juan? Si yo tengo que sufrir,
¿sufrirá él también? Si mi ministerio va a terminar de esa forma, ¿cómo
terminará el suyo? Si no llego a vivir una larga vida de ministerio
fructífero, ¿llegará a hacerlo él?
De esa forma pensamos como pecadores. Comparar. Comparar. Comparar.
Ansiamos saber en dónde estamos en comparación con otros. Hay algo de
orgullo si podemos encontrar a alguien que sea menos efectivo que
nosotros. ¡Ay! Aún recuerdo la pequeña nota que me dejó mi Asistente
Residente en Elliot Hall durante mi último año en Wheaton: “Amar es
dejar de comparar.” ¿Qué tiene que ver eso contigo, Piper? ¡Sígueme!.
§ ¿A ti qué te importa que David Wells tenga tan amplio conocimiento de los efectos dominantes del postmodernismo? ¡Tú sígueme!
§ ¿A ti qué te importa que Voddie Baucham recite el Evangelio tan poderosamente sin usar notas? ¡Tú sígueme!
§ ¿A ti qué te importa que Tim Keller vea tan claramente las conexiones entre el Evangelio y la vida profesional? ¡Tú sígueme!
§ ¿A ti qué te importa que Mark Driscoll sepa al dedillo el lenguaje y la locura de la cultura pop? ¡Tú sígueme!
§ ¿A ti qué te importa que Don Carson lea quinientos libros al año y combine la perspicacia pastoral con la profundidad y exhaustividad de un erudito? ¡Tú sígueme!
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Esa palabra causó en mí gran regocijo. Jesús no me juzga por mi
superioridad o inferioridad respecto a otras personas. Ningún
predicador. Ninguna iglesia. Ningún ministerio. Esos no son los
estándares. Jesús tiene un trabajo para que yo haga (y uno diferente
para ti). No es lo que le ha dado a otros a hacer. Hay gracia en
hacerlo. ¿Confiaré en El por esa gracia y haré lo que me ha sido dado a
hacer? Esa es la pregunta. ¡Oh! ¡La libertad que llega cuando Jesús nos
fortalece!
Espero que encuentres el ánimo y la libertad hoy, cuando escuches a
Jesús decir a todas tus comparaciones: ¿A ti qué? ¡Tú sígueme!
Aprendiendo a caminar en libertad contigo,
Pastor John Piper
Sobre Este Artículo
Editor:Desiring God
Autor:John Piper
Serie:Taste and See
Categoría:Estimulo
Fecha:October 6, 2006
Estado:Final Version
Traductor:Ana Carolina Reyes
Revisor:Pamela (Pami) Ramos
Editor:Desiring God
Autor:John Piper
Serie:Taste and See
Categoría:Estimulo
Fecha:October 6, 2006
Estado:Final Version
Traductor:Ana Carolina Reyes
Revisor:Pamela (Pami) Ramos
Fuente: www.ibsj.org/blog/sugel-michelen.html
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