"¡A la ley y al testimonio! Si no hablan conforme a esta palabra, es porque no hay para ellos amanecer" (Isaías 8:20)
“Los hombres no rechazan la palabra porque encuentran faltas en ella, sino porque ella encuentra faltas en ellos”, John Blanchard
El miércoles 17 de abril del año 1521,
Martín Lutero fue traído ante lo que se conoció como la dieta de Worms,
donde se le pidió se retractara de sus escritos y de 41 de sus 95 tesis.
La respuesta de Lutero fue la siguiente: “Ya que su más serena majestad
y todos sus príncipes requieren una respuesta clara, simple y precisa,
yo le daré una sin cuernos ni dientes, y es esta: Yo no puedo someter mi
fe al papa o a los concilios, porque está tan claro como el día que
ellos han errado continuamente y se han contradicho a sí mismos. A menos
que yo sea convencido por el testimonio de las Escrituras, o por
razones evidentes, me mantengo firme en las Escrituras por mí
adoptadas, y mi conciencia es prisionera de la Palabra de Dios, y no
puedo ni quiero revocar ninguna, viendo que no es seguro o justo actuar
contra la conciencia. A Dios que me ayude. Amén”.
Cuando Lutero habló de que su conciencia
era prisionera de la Palabra de Dios, estaba haciendo referencia a que
opiniones y tradiciones de hombres no nos obligan cuando de asuntos
doctrinales se trata. Del mismo modo, no somos obligados por concilios o
bulas, ni credos o confesiones de fe. Solo la Palabra de Dios nos ata;
solo ella obliga la conciencia de manera universal. No podemos olvidar
eso, porque hoy hay muchas cosas en todas las denominaciones, incluyendo
aquella a la cual pertenece nuestra congregación, que son puramente
denominacionales. Quizás no sean enseñanzas antibíblicas, pero
simplemente representan la forma en que un grupo de cristianos ha
elegido hacer las cosas. La tradición no nos hace bíblicos. Cuando los
credos y las confesiones de fe coinciden con la Palabra, esas
declaraciones nos exigen una cierta obligación; pero su autoridad no
está en ellas, sino en la Palabra de Dios que las ampara.
El veredicto de Dios acerca de su palabra
El apóstol Pedro, por dirección del Espíritu Santo, nos dejó algunos principios relacionados al tema de Sola Escritura. En 2 Pedro 1:20-21 leemos lo siguiente:
"Pero ante todo sabed esto,
que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación
personal, pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad
humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de
parte de Dios".
1: Las Escrituras no son asunto de interpretación personal.
Por tanto, tenemos que ser cuidadoso cuando escuchamos a personas
decir, “para mí esta porción de las Escrituras significa esto”, y otro
decir, “bueno, para mí significa esto otro”, teniendo significados
contrarios, y que luego ambos estén satisfechos con lo que cada cual
entendió del mismo texto. Un texto de la Palabra tiene una sola
interpretación, aunque puede tener múltiples aplicaciones. En nuestra
humanidad sabemos que dos personas ortodoxas en su teología pudieran
diferir en la interpretación de un mismo texto; pero esto no nos dice
que ambos están en lo correcto. El Espíritu que inspiró el texto sabe
cuál es la interpetación correcta, y es ese entendimiento el que tenemos
que tratar de encontrar.
2: Ninguna de las enseñanzas de la Palabra llegaron a nosotros como consecuencia de una intención, deseo o proyecto humano.
El hombre no decidió tener una revelación de Dios, ni decidió escribir
estas enseñanzas, sino que la revelación que tenemos hoy fue el
producto de la voluntad divina.
3: Cuando estos hombres hablaron, hablaron de parte de Dios, inspirados por el Espíritu Santo. De hecho, en 2 Timoteo 3:16 leemos que toda Escritura fue inspirada
por Dios. La palabra traducida como inspirada en el griego es
Theopneustos, que significa exhalar; es como decir que la Biblia fue
exhalada por Dios. Es esa inspiración de parte de Dios que nos obliga a
poner la Biblia por encima de toda otra autoridad, opinión o declaración
humana.
Como es la Palabra de Dios, quitar o
agregar al contenido de la Biblia es un asunto muy serio; es violar su
integridad.Si le añades, pones en boca de Dios cosas que Él no ha dicho,
y si le quitas, eliminas verdades que Dios ha querido comunicar al
hombre.
SOLA SCRIPTURA significa que la Escritura es:
- INSPIRADA por Dios.
- ESTÁ COMPLETA en sí misma.
- ES INERRANTE; no contiene errores.
- ES INFALIBLE, y por tanto incapaz de errar o de guiarnos al error.
- ES LA AUTORIDAD SUPREMA; por encima de todo.
- SOLA SCRIPTURA implica que la Palabra es la única que obliga la conciencia de manera universal.
- SOLA SCRIPTURA no elimina el valor de los concilios y confesiones de fe que han coincidido con la Palabra, y que resumen largas horas de estudio y debates por parte de grandes hombres de Dios.
- SOLA SCRIPTURA no nos permite hacer uso de la interpretación privada para torcer la Palabra.
- SOLA SCRIPTURA requiere de reglas de interpretación transmitidas a lo largo de los siglos.
- SOLA SCRIPTURA no nos permite despegarnos del pasado y hoy traer interpretaciones nuevas que contradicen la fe.
- SOLA SCRIPTURA juzga la iglesia y sus maestros, y no al revés.
- SOLA SCRIPTURA requiere de hombres y mujeres que manejen con precisión la palabra de verdad.
Por todo esto, ninguna iglesia podrá
levantarse y sobrevivir sin la autoridad, la guianza y la luz de la
Palabra de Dios. Nuestra única esperanza como sociedad está en esa
palabra revelada.
Fuente: www.integridadysabiduria.org
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