Dos cosas son concedidas al peregrino: el calzado y la fortaleza. El
calzado es necesario para viajar por los caminos malos, y debemos pisar
mortales enemigos. No caminaremos descalzos; esto no diría bien en
príncipes de sangre real. Nuestro calzado no será de un material
cualquiera; tendrá suelas de metal duro que no se gastarán aun cuando el
viaje sea largo y penoso.
Estaremos protegidos en la medida de las necesidades del camino y del
combate. Por lo tanto, caminaremos con intrepidez sin temor alguno,
aunque tengamos que pisar serpientes y dragones. Nuestra fortaleza será
tan duradera como los días de nuestra vida y estará en proporción con el
trabajo y la carga que llevemos.
Las palabras son cortas: «como tus días tu fortaleza», pero el
significado es completo. Si en este día nos sobreviene una prueba penosa
o un trabajo que requiere toda nuestra energía, también se nos
concederá una fortaleza adecuada. Esta promesa, hecha a Aser, también ha
sido hecha a todos aquellos que tienen fe para apropiársela. Tengamos
esa santa osadía que la promesa de Dios está destinada a producir en el
corazón del creyente.
Hoy su fortaleza será vista en gran despliegue.
Señor, Gracias. Tú me preparas para el camino duro y me prometes tu fuerza en este día. Amén.
Charles Spurgeon
Fuente: www.renuevodeplenitud.com
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