Cuando yo era muchacho, uno de mis pasatiempos favoritos era
perseguir ranas junto a los bancos de una laguna que había cerca de mi
casa.
Yo no sabía de sus singulares poderes visuales, los cuales les permitirían eludirme muy fácilmente.
Más tarde me enteré de que el campo óptico de la rana es como una
pizarra limpia, y que las únicas imágenes que recibe son objetos que le
preocupan directamente.
Estos pequeños anfibios nunca se distraen con cosas que no son
importantes, sino que son conscientes sólo de las cosas esenciales y de
lo que pueda ser peligroso para ellos.
En la vida cristiana,
a menudo nos inquietamos con cosas vanas del mundo. Dejamos que nuestra
vida se llene tanto de preocupaciones materialistas e insignificantes
que perdemos la perspectiva de las cosas que duran.
Las palabras del Señor no deben apartarse de nuestros ojos, sino que
deben mantenerse siempre en nuestro corazón. Entonces nuestro campo de
visión quedará limpio de cosas innecesarias, y veremos claramente lo que
Dios quiere que hagamos.
Aprendamos de la pizarra de la rana y centremos la mirada en Cristo y en su voluntad para nuestras vidas. -MRD II
Tomado de: Nuestro Pan Diario 2005
Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones.
No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón. (Proverbios 4: 20-21)
Aparta mis ojos de mirar la vanidad, y vivifícame en tus caminos. (Salmo 119: 37)
Fuente: www.renuevodeplenitud.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario