Dichosos ...

"Mientras Jesús decía estas cosas, una mujer de entre la multitdu exclamó: 
-¡Dichosa la mujer que te dio a luz y te amamantó!
-Dichosos más bien -contestó Jesús- los que oyen la palabra de Dios y la obedecen"  
(Lucas 11:27-28)

Ingenuamente, algunos imaginan que deber haber implicado algunos privilegios especiales ser la madre de nuestro Señor, porque suponían que ella había tenido el privilegio de mirar hacia el interior del corazón mismo del Señor de una forma en la que ni siquiera podemos soñar. Esa suposición puede parecer verosímil, pero no demasiado. No sabemos si María sabía más que otros; lo que ella sí sabía bien lo atesoró en su corazón, pero no surge de nada que leamos en los evangelios que ella haya sido una cristiana mejor instruida que cualquier otro discípulo de Cristo.
Todo lo que ella sabía nosotros podemos descubrirlo. ¿Te sorprende que digamos esto? Acá hay un texto para probarlo: "El Señor brinda su amistad a quienes le honran, y les da a conocer su pacto" (Salmo 25:14). Recuerda las palabras del maestro "Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes" (Juan 15:15).
De forma tan bendecida nos revela su corazón, que no se guarda nada que sea beneficioso para nosotros: "si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes" (Juan 14:2). ¿No se manifiesta hoy a nosotros como no lo hace con el mundo? Así es, entonces no digamos en la ignorancia: "Dichosa la mujer que te dio a luz y te amamantó", sino que con inteligencia bendigamos a Dios, que habiendo oído la palabra y habiéndola guardado, tenemos sobre todo una verdadera comunión con el Salvador como la virgen tuvo y, en segundo lugar, un conocimiento verdadero de los secretos de su corazón como se supone lo tuvo ella.
¡Feliz el alma que tiene tal privilegio!   

Fuente: Charles H. Spurgeon "De mañana oiré su voz"  

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