Nos hieren, nos engañan,
nos mienten o nos maltratan.
Es tan predecible como doloroso.
Sin
embargo, cuando sucede, la mayoría no estamos preparados.
En nuestra
indignación, clamamos a Dios contra la persona que nos ha hecho mal.
Pedimos justicia, y hasta venganza, y terminamos haciendo que las cosas
sean más difíciles para todos los involucrados, hasta para nosotros.
Si eso le ha ocurrido, es hora de que descubra cómo puede poner el poder de Dios a obrar a su favor la próxima vez que alguien le haga un mal.
Primero: identifique al enemigo.
Si eso le ha ocurrido, es hora de que descubra cómo puede poner el poder de Dios a obrar a su favor la próxima vez que alguien le haga un mal.
Primero: identifique al enemigo.
Es aquí donde la mayoría de nosotros
cometemos el error más grande: identificamos a la persona que nos
lastima como nuestro enemigo.
No pierda su energía gritando y
enfureciéndose ni tramando contra las personas que le causan daño.
Ellas
están bajo la influencia del diablo.
Apunte su munición espiritual al
blanco correcto.
Es el diablo quien está detrás de todo. Vaya tras él.
Segundo: dispare.
Segundo: dispare.
Una vez que haya apuntado sus armas espirituales en la
dirección correcta, dispare.
Golpee al diablo rápido y furiosamente con
la Palabra de Dios.
Use el nombre de Jesús y el poder que le ha sido
dado como creyente e impídale que le cause más daño en ese aspecto.
Luego proceda a la siguiente parte de esta batalla espiritual y la más
importante.
Tercero: haga la oración de intercesión.
Tercero: haga la oración de intercesión.
En Mateo 5:44-45, Jesús nos da
estas instrucciones: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os
maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os
ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está
en los cielos”.
Pedir que la venganza de Dios golpee como un rayo cuando alguien nos hace mal no es actuar como nuestro Padre.
Pedir que la venganza de Dios golpee como un rayo cuando alguien nos hace mal no es actuar como nuestro Padre.
Recuerde que Dios tiene gran
misericordia no sólo por usted, sino por todos.
El diablo probablemente lo pensará dos veces antes de volver a molestarle.
El diablo probablemente lo pensará dos veces antes de volver a molestarle.
La próxima vez que alguien le haga un mal, ponga el poder de
Dios a obrar a su favor.
Identifique al verdadero enemigo.
Golpéelo
fuertemente con la autoridad que le ha sido dada como creyente.
Luego
haga la oración de intercesión.
Mateo 6:6-15: "Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a
tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te
recompensará en público.
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.
No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas."
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.
No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas."
Fuente: www.sitiodeesperanza.com
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