El Poder de la Oración

Eran las 9:00 de la mañana del día 24 de mayo de 1995, la policía sorprendió al pastor Orson Vila en su hogar y se lo llevaron prisionero. Al siguiente día miles de creyentes llenaron las calles frente a las oficinas del gobieno de Camagüey, protestando por el injusto arresto.

Era la última acción por parte del gobierno de Castro para implementar una nueva ley diseñada para cerrar todas las casas-iglesia. Orson, que pastorea una casa-iglesia grande con una congregación de 2.500, es también superintendente del Distrito Central de las Asambleas de Dios en Cuba.

En una aparente apertura de libertad religiosa, el gobierno comunista había permitido en los últimos cuatro años el desarrollo de estas casas-iglesia. Pero ante el incontenible crecimiento de nuevos creyentes, cambiaron de parecer.

La iglesia en Cuba estaba experimentando un avivamiento como nunca antes. En el área de Camagüey solamente, se levantaron ochenta y cinco nuevas casas-iglesia. Los dirigentes del gobierno estaban furiosos, y proclamaron que dichas casas-iglesia eran una "amenaza" al gobierno cubano. Y por lo tanto, trataron de obligar a líderes como Orson Vila, para que las cerrasen todas.

Ninguna de las nuevas casas-iglesia estaba dispuesta a cerrar sus puertas.

A pesar de las tremendas demostraciones de apoyo por parte de los creyentes, Orson no recibió juicio justo e imparcial. Su abogado no tuvo la oportunidad de presentar defensa en contra de los cargos, y el 2 de mayo fue sentenciado a un año y nueve meses de prisión.

Hacía veintitrés años que Orson había dejado la carrera como médico para dedicarse por completo a la predicación del evangelio. Desde entonces, él ha servido como evangelista, líder de la juventud cristiana, y Consejero Nacional de la Juventud. Ha sido amenazado y encarcelado varias veces.

Su historia fue escuchada por creyentes alrededor del mundo, quienes oraron por él, por su familia y por su iglesia. El 27 de mayo Orson fue dejado en libertad anticipadamente y colocado bajo arresto domiciliario.


Al salir de la cárcel, el pastor Vila dijo lo siguiente sobre el tiempo que pasó en la prisión:
"Estoy tan agradecido por el poder de la oración. Recibí fuerzas del Señor y nunca me enfermé, nada de catarros, ni enfermedades de la piel, ni enfermedad alguna. Además, tuve muchas oportunidades de compartir el evangelio con mis compañeros de prisión".

Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación , conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. (El apóstol Pablo, martirizado en Roma el año 65 d. C., Filipenses 1:19-20)

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