Fuego sobre el Altar

"El fuego sobre el altar no deberá apagarse nunca; siempre deberá estar encendido." (Levítico 6:13)

Mantén ardiendo el altar de la oración privada. Esta es la verdadera vida de toda piedad. El santuario y el altar familiar toman de allí su fuego, por lo tanto, permite que arda bien. La devoción secreta es la verdadera esencia, la evidencia y el barómetro de la religión vital y práctica. Que arda allí el sebo de tus sacrificios. Que tus épocas de oración en lo secreto sean, si es posible, regulares, frecuentes e ininterrumpidas. La oración efectiva puede mucho.

¿No tienes nada por lo que orar? Permítanos sugerir la iglesia, el ministerio, tu propia alma, tus hijos, tus relaciones, tus vecinos, tu país, la causa del Señor y la verdad en todo el mundo. Examinémonos en este asunto tan importante. ¿Nos ocupamos con tibieza de la oración privada? ¿Arde débilmente el fuego de la devoción en nuestros corazones? ¿Las ruedas del carro marchan de forma pesada? De ser así, alarmémonos ante este signo de decadencia. Con lágrimas, pidamos espíritu de gracia y de súplica. Apartemos temporadas especiales para oraciones extraordinarias. Pues si este se apaga por las cenizas de un conformismo mundano, hará perder intensidad al fuego del altar familiar y disminuirá nuestra influencia, tanto en la iglesia como en el mundo.

El texto también se aplicará al altar del corazón. Este es un altar de oro, sin dudas. Dios ama ver los corazones de su pueblo que brillan hacia Él. Entreguemos a Dios nuestros corazones, todos ellos resplandecientes con amor, busquemos su gracia, que el fuego nunca se apague, pues no arderá si el Señor no lo mantiene ardiendo. Muchos enemigos intentarán apagarlo, pero si la mano detrás de la cortina vierte aceite sagrado, cada vez brillará más. Usemos textos de la Escritura como combustible para el fuego de nuestro corazón, ellos son carbón ardiente. Prestemos atención a los sermones pero, sobre todo, pasemos mucho tiempo a solas con Jesús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario