¿En qué estado está tu corazón?



El Señor no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón. (1º Samuel 16:7)

 
Un enfermo que pasó por una grave operación cardíaca contó: 

–Parecía estar bien de salud. Exteriormente todo iba bien, pero sin que lo supiera, estaba aquejado de una grave enfermedad, un aneurisma.

En lo concerniente a nuestra salud, nuestra apariencia puede engañarnos y hacernos peligrar. 

Esto también es cierto en la esfera espiritual y moral, pero tiene consecuencias mucho más graves. 

A los que nos rodean podemos parecerles una persona respetable, podemos gozar de buena reputación y tener una excelente opinión de nosotros mismos. 

Sin embargo Dios no nos juzga según nuestra propia opinión o la de la gente que nos conoce. 

Sondea nuestro corazón y lo declara incurable a causa del pecado. 

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? 

Yo el Señor, que escudriño la mente, que pruebo el corazón” (Jeremías 17:9-10).
 
¿No hay, pues, ninguna esperanza de cura para el gran mal del pecado? 

Demos gracias a Dios: el que nos declara incurables también nos dice: 

 “Venid luego… si vuestros pecados fueren… rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18). 

Aceptemos el remedio prescrito por el divino médico: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31). 

Sólo Jesús salva al pecador mediante su obra cumplida en la cruz: “En ningún otro hay salvación” (Hechos 4:12). 

“El Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo” (2 Tesalonicenses 3:5).




Fuente: Reflexiones Cristianas


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