2 Timoteo 1:7 “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.
Si
tuviéramos la oportunidad de regresar al pasado y cambiar algunas
decisiones que tomamos, o evitar decir algunas palabras que dijimos o
evitar hacer cosas que hicimos, creo que muchos de nosotros no lo
pensaría dos veces.
Pero las cosas que se hicieron en el pasado, no las puedes cambiar,
pues lo hecho, hecho está y si bien es cierto que muchas de esas cosas
fueron errores garrafales, debemos de ser concientes que ahora en Cristo
todas las cosas son hechas nuevas.
El tema es que muchas personas viven afanadas en el pasado, soñando como hubiera sido esto o aquello si yo hubiera actuado o decidido de esta manera. Y la verdad es que no podemos pasar soñando de “lo que hubiera sido”, pues eso jamás existirá, lo que es, es y lo que hubiese sido, jamás será, así de simple.
El tema es que muchas personas viven afanadas en el pasado, soñando como hubiera sido esto o aquello si yo hubiera actuado o decidido de esta manera. Y la verdad es que no podemos pasar soñando de “lo que hubiera sido”, pues eso jamás existirá, lo que es, es y lo que hubiese sido, jamás será, así de simple.
La voluntad de Dios no es que pasas pensando todo el tiempo en lo que
hubiera sido, más aun cuando esos recuerdos están dañando continuamente
tu vida a tal punto de que te están quitando la paz.
Muchos todavía sueñan y dicen: “como hubiera sido si me hubiera
casado con tal persona”, otros dicen: “que hubiera pasado si hubiera
estudiado tal carrera”, otros dicen: “que resultados hubiera tenido si
hubiera tomado tal decisión”, y la verdad no esta nada mal analizar,
pero de analizar a melancolizar hay una gran diferencia.
Tú no puedes pasarte tu vida actual pensando en “lo que hubiera
sido”, pues eso no es y no será. Es hora de comenzar a cambiar todos
esos sentimientos que lejos de bendecir nuestra vida pueden estar
interfiriendo en nuestro presente y dañando nuestro corazón e inundando
nuestra mente de pensamientos del pasado.
Para evitar eso, no hay una formula mágica, no hay una pastilla que
lo haga, no existe una terapia humana que lo logre, sino que se trata
de la DETERMINACION que tengas para querer pasar la hoja de esa
historia.
Yo pudiera decirte que ores mucho, que ayunes todo lo que puedas,
que hagas muchas vigilias o que te vayas un mes de retiro, pero mientras
en ti no haya la determinación de OLVIDAR por completo tu pasado y
PASAR LA HOJA de tu vida, no lo lograrás.
Hay muchas personas que piensan que sólo por orar y decirle a Dios
que quite de su mente esto o aquello, ya desaparecerá, pero la verdad es
que se necesita una DETERMINACION TOTAL para comenzar el proceso de
renovación en tu vida.
Cuando hablo de determinación es que la mayoría de nosotros le
queremos dejar todo el trabajo a Dios, y no nos ponemos a pensar que
nosotros debemos de poner nuestra parte. Por ejemplo: tú nunca olvidarás
a una persona mientras sigas llamándole, rogándole y frecuentándola,
aun cuando esta te dijo que se acabó todo.
Y es que la DETERMINACION es algo importante para lograr nuestros
objetivos, pues mientras no exista una total claridad de lo que se
quiere jamás se podrá lograr.
Es hora de entender que debemos pasar la hoja de nuestra vida, que las
cosas que hicimos o dejamos de hacer en el pasado no pueden estar
obstaculizando nuestro presente y peor aun nuestro futuro.
La voluntad de Dios no es que estemos llorando por algo que ya pasó,
ni muchos menos que nos pasemos lamentado de algo que no hicimos. Dios
quiere que nos levantemos en esta hora, que entendamos que mientras no
tengamos la determinación de pasar la hoja de esa historia no podremos
ver todas las bendiciones que El nos quiere dar.
Amados hermanos, ya no es hora de estar llorando, quejándose o
lamentándose por algo que no fue, es hora de ver hacia el frente y
comprender que los planes de Dios para nuestra vida son HERMOSOS y
PERFECTOS, y si las cosas no salieron como queríamos es porque El sabe
que es lo mejor para nosotros.
Levántate y sonríe, porque lo que viene para ti es más GRANDE de lo
que un día te imaginaste que merecías, pues así es el estilo de Dios.
Autor: Enrique Monterroza
No hay comentarios:
Publicar un comentario