Izar las velas

En cierto viaje de Hudson Taylor a la China en un barco a vela, hubo una gran tormenta y el barco comenzó a ser arrastrado por las corrientes marítimas hacia una isla donde supuestamente había caníbales. El capitán del barco, sabiendo que Taylor era cristiano, fue desesperado a pedirle que orara por el viento. El misionero aceptó, pero le dijo al capitán que debería primeramente izar las velas.
- Eso era algo absurdo, no hay nada de viento o brisa. Además, todos los tripulantes van a considerarme loco.
Pero por causa de la insistencia del señor Taylor, el capitán estuvo de acuerdo. Después de cuarenta y cinco minutos, él volvió al camarote, donde el misionero aun estaba de rodillas orando.
-Señor, deje de orar, su Dios ya nos oyó: está soplando un viento demasiado fuerte.
Ese siervo del Señor creyó absolutamente que el Señor responde a los que le piden, ruegan, suplican con diligencia, intrepidez y fe. Pero no basta suplicar, es necesario estar preparado para la respuesta. Esto es básico en el hecho de orar. Cuando usted va al padre celestial para pedirle algo de acuerdo con Su corazón, usted realmente debe esperar que Él responda. Por tanto: ¡Izar las velas!

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