Bendiciones de Dios en tiempos peligrosos

Una persona nos llamó a casa muy atribulada y atemorizada por las cosas que están pasando en nuestros país, donde parece que la delincuencia no tiene freno alguno. ¿Cómo puede uno salir tranquilamente a la calle, sabiendo que en cualquier momento te pueden asaltar y dispararte a ti o a uno de tus hijos sin ningún reparo?

Lo que voy a compartir a continuación es lo que hablamos con esta persona esa noche, aunque con un poco más de estructura. He titulado esta meditación: Bendiciones de Dios en tiempos peligrosos. Pero antes de pasar a considerar la parte alentadora de esta enseñanza, permítanme poner en contexto la realidad que estamos viviendo como país.
NUESTRA REALIDAD A LA LUZ DE LAS ESCRITURAS:
En 2Tim. 3:1-5 Pablo nos brinda el siguiente panorama de lo que significa vivir en un mundo caído: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.”
Cuando Pablo habla aquí de los postreros días, no se refiere a los días que precederán inmediatamente al fin del mundo. Noten que Pablo advierte a Timoteo que debía evitar a las personas que él describe en el texto. El apóstol está hablando de individuos con los que Timoteo se iba a topar en el desempeño de su ministerio, hombres que estaban vivos en ese momento. Así que esa frase no hace referencia a los días previos a la segunda venida de Cristo y el fin del mundo, sino mas bien a esta era en la que vivimos ahora, la cual fue iniciada con la primera venida de Cristo, y que concluirá en Su segunda venida. En estos últimos 2000 años hemos estado viviendo en esos postreros días de los que Pablo habla aquí.
Es por eso que en su discurso de Pentecostés, para explicar los fenómenos extraordinarios que estaban aconteciendo cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos dando inicio a la Iglesia, el apóstol Pedro citó libremente la profecía de Joel sobre lo que habría de ocurrir “en los postreros días”. Y el apóstol Juan dice en su primera carta: “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo” (1Jn. 2:18).
Ahora bien, esas características que Pablo menciona en el texto se irán acentuando con el paso de los años, alcanzando su punto más alto en los días que precederán a la venida del Señor. Como bien señala Hendriksen en su comentario, en este período de tiempo “el final será peor que el principio. Serán tiempos de impiedad creciente”. La maldad se multiplicará, dice el Señor en Mt. 24:12. Y en Lc. 18:8 Cristo concluye la parábola de la viuda y el juez injusto con esta pregunta: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” La dureza de corazón irá aumentando, y con ella la incredulidad, la falta de temor de Dios, la irreverencia, el caos moral.
Pablo dice en 2Tim. 2:13 que “los malos hombres irán de mal en peor”. De manera que la maldad irá aumentando en el mundo, y en los días previos a la venida del Señor será peor que nunca. La idea que Pablo expresa en el vers. 1 cuando dice que vendrán tiempos peligrosos es la de una tormenta eléctrica que se va haciendo cada vez peor, cada vez más intensa, hasta que llega un punto en que las descargas vienen con todas sus fuerzas.
Y ¿qué es lo que hará particularmente peligroso estos tiempos? ¿Es que acaso habrá grandes hambrunas, o terribles desastres naturales? Muchas de esas cosas han sucedido, y muy probablemente seguirán sucediendo, pero no es a esas cosas que Pablo se refiere. “Porque habrá hombres”, ese es el énfasis; son los hombres los que hacen que estos tiempos sean particularmente difíciles. Y ¿cómo son esos hombres?
Pablo dice, en primer lugar que son “amadores de sí mismos”, hombres que solo piensan en lo que les agrada, en su comodidad y placer. Y, por supuesto, como son amadores de sí mismos también son “avaros”, “amantes del dinero” dice el texto literalmente; “vanagloriosos, soberbios, blasfemos” (con su lenguaje y actitudes se burlan de Dios y de los hombres, sobre todo de aquellos que profesan piedad).
Son hombres carentes de un espíritu sumiso para respetar la autoridad; Pablo los describe como “desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural”. Sin problema cometen atracos y le quitan la vida al primero que se les pone en medio. También son “implacables, calumniadores, intemperantes” (es decir, ‘sin inhibiciones, absolutamente carentes de dominio propio, desprovistos del poder de poner atajo a sus propios estímulos o impulsos’ – Hendriksen), “crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos”  (se apresuran a correr hacia el mal), “infatuados” (están tan seguros de su propia opinión que no aceptan que nadie los contradiga), “amadores de los deleites más que de Dios”.
Y lo más terrible es que algunas de estas personas las encontraremos dentro de las iglesias profesando ser cristianas. Dice Pablo que algunos tendrán “apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella”. Es esto, y no otra cosa, lo que debemos esperar ver en el mundo en los próximos años; así serán las cosas, y cada vez peor, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. Esa es la realidad de vivir en un mundo caído.
Noten que el texto no dice que vendrán tiempos peligrosos en ciertos lugares del planeta y en otros no. Si bien es cierto que hay algunos lugares que son más peligrosos que otros en términos de la delincuencia o la violencia, por causa del pecado este es un mundo peligroso en el cual vivir (aunque no siempre el peligro se presenta de la misma manera).
Y ¿cuáles son algunas de las bendiciones que Dios imparte a Su pueblo cuando la peligrosidad de vivir en un mundo caído se hace más evidente, como está sucediendo en nuestro país?
ALGUNAS DE LAS BENDICIONES QUE DIOS IMPARTE A SU PUEBLO CUANDO SE HACE MÁS EVIDENTE LA PELIGROSIDAD DE VIVIR EN UN MUNDO CAÍDO:
1.     Estos tiempos peligrosos nos ayudan a recordar que Dios, y sólo Dios, es nuestro amparo y fortaleza:
Sal. 46:1-3. En cierto modo, podemos decir que estamos en peligro en cualquier lugar y seguros en cualquier lugar. La delincuencia puede manifestarse en cualquier lugar de la capital, pero no puede operar fuera del control soberano de Dios.
2.     Estos tiempos peligrosos nos ayudan a apreciar el tesoro que tenemos en Cristo:
Rom. 8:35-39. Nadie nos puede quitar las bendiciones que Dios nos imparte al salvarnos por medio de la fe en la persona y la obra de Cristo.
3.     Estos tiempos peligrosos nos ayudan a poner en orden nuestro sistema de valores:
Mt. 6:19-24. En tiempos peligrosos uno se da cuenta que la mejor inversión es hacer tesoros en los cielos.
4.     Estos tiempos peligrosos somos movidos a ampararnos en verdad en las promesas de Dios reveladas en Su Palabra:
Sal. 140:1-7; Fil. 4:6-8. Los textos de la Palabra de Dios adquieren un sentido de “realidad” que muchas veces perdemos de vista en tiempos de bonanza y prosperidad.
5.     En tiempos peligrosos vemos cuán frágiles somos y la necesidad que tenemos de vivir en dependencia del Señor:
2Cor. 1:8-9. Muchas veces nos sentimos emocionalmente fuertes; pero en tiempos como estos percibimos nuestra fragilidad emocional para que nos amparemos en el Señor y no en nosotros mismos.
6.     En tiempos peligrosos podemos glorificar a Dios al mostrar nuestra confianza y seguridad en Él:
Sal. 121; 125:1-2. En un mundo en que las personas se dejan dominar por el temor, un cristiano confiado difícilmente pasará desapercibido.
7.     En tiempos peligrosos se acrecienta en nuestros corazones el anhelo de que nuestro Señor Jesucristo regrese en gloria:
1Ts. 1:9-10; Tito 2:11-14. En tiempos de bonanza y tranquilidad muchas veces olvidamos que estamos a la espera del retorno de nuestro Señor. Pero en tiempos peligrosos somos movidos a clamar como el apóstol Juan: “Sí, ven, Señor Jesús”
Que el Señor nos ayude a poner estos tiempos en perspectivas, sabiendo que Dios puede convertir un veneno en una poderosa medicina (Romanos 8:28-29).
© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo

No hay comentarios:

Publicar un comentario