Lutero debate con Juan Eck en Leipzig

Como vimos en el artículo anterior, uno de los resultados de la reunión de Lutero con Miltitz, en Enero de 1519, fue que el primero se comprometió a guardar silencio si sus adversarios hacían lo mismo. Pero en ese mismo año el Dr. Juan Eck publicó un folleto en el que atacaba a Lutero violentamente; al mismo tiempo imprimió trece proposiciones sobre las cuales quería disputar personalmente con él.

El asunto principal de estas tesis eran las indulgencias y la supremacia del Papa, tema éste que Lutero no había tocado aún. Lutero entonces publicó igual número de tesis, en las que rechazaba las indulgencias así como la autoridad incondicional del papado.

Así que el debate estaba planteado. Se citaron para encontrarse en el mes de junio en la ciudad de Leipzig, en la universidad donde Lutero hizo su doctorado, sólo que a éste no se le permitiría participar en el debate, excepto como observador.
Pero cuando Eck arribó a Leipzig y se enteró de la prohibición se sintió muy desilusionado, por lo que intercedió ante el Duque Jorge para que permitiera la participación de Lutero.

El debate se inició el 27 de junio entre Eck y Carlostadio, un amigo de Lutero y profesor en Wittemberg. Pero el 4 de julio Eck logró lo que deseaba: medirse con el mismo Lutero. Uno de los puntos álgidos del debate entre ambos fue el de la autoridad del Papa.
Eck sostenía que el Papa es cabeza de la iglesia y se basaba en el texto de Mateo 16:18: “Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia.” Lutero replicó que el mismo Pedro dice en su primera carta que Cristo es la piedra angular sobre la cual está edificada Su Iglesia (1Pedro 2:1-8; también citó 1Corintios 3:11; Efesios 1:22; 4:15; 5:23; Colosenses 1:18; 2:19).
Como Eck apelaba a los padres de la iglesia, con ellos también respondió Lutero: “Lo que yo expongo es lo mismo que expone San Jerónimo, y voy a probarlo por su misma epístola a Evagrius: ‘Todo obispo, sea de Roma, sea de Eugubium, bien de Alejandría, bien de Túnez, tiene el mismo mérito y el mismo sacerdocio’.” Luego citó algunas decisiones conciliares antiguas donde el obispo de Roma era considerado como uno entre iguales.
Eck apeló a San Agustín, Lutero le hizo ver que en más de una ocasión el mismo Agustín había señalado a Cristo como la roca de la Iglesia. El debate se prolongó hasta el 15 de julio, cuando Eck acusó a Lutero de ser un seguidor de Huss, que había sido quemado como hereje unos cien años antes y, declarándose el vencedor, salió de la sala. Lutero regresó a Wittemberg donde disfrutó dos años de relativa tranquilidad en los que continuó enseñando y escribiendo.
© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. 

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