 “Tú carácter es el cuadro y tu apariencia es el marco”. Sandy Krasling
“Tú carácter es el cuadro y tu apariencia es el marco”. Sandy Krasling
Al hablar del tema de la modestia, 
algunos pudieran argumentar que estamos incurriendo en el terreno del 
legalismo. La realidad es que toda actividad humana requiere de cierto 
orden, estructura, organización y reglas. David y Diana Vaughan, en su 
libro “The Beauty of Modesty”, hablan de que “el negar la necesidad de 
regular, no es liberación; es ceguera. Es rehusar reconocer las 
limitaciones que son parte del orden de la creación”. Lo que estos 
autores están reconociendo es la necesidad de que nuestras actividades 
diarias sean mantenidas dentro de un marco de organización y orden, que 
no necesariamente corresponde a lo que muchos llaman legalismo.
Debemos reconocer que la modestia, más 
que ser un problema externo, es un problema interno; es un problema del 
corazón. Cristo comentó acerca de algo similar en Marcos 7:21-23:
 “Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos 
pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, avaricias, 
maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez.
 Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre”. Esa es la razón por la que entendemos que la modestia o inmodestia es un reflejo de nuestra condición interna.
Pocas personas, aun aquellos llamados 
cristianos, meditan lo suficiente en estas cosas, porque nos hemos 
acostumbrado a la inmodestia cultural. Vivimos en medio de una 
generación que presta una atención desmedida a todo lo que es externo y 
descuida lo que es interno. Por eso no es un accidente el que la palabra
 de Dios se exprese en estos términos de 1º Timoteo 2:9-10 
 “Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y 
modestia, no con peinado ostentoso, no con oro, o perlas, o vestidos 
costosos; sino con buenas obras, como corresponde a las mujeres que 
profesan la piedad”.
Creo que uno de los problemas mayores en
 cuanto a la modestia al vestir tiene que ver con que la población de 
hoy en día, y quizás la de todas las generaciones, no ha terminado de 
comprender cuál es el propósito de la vestimenta. La vestimenta tiene el
 propósito de glorificar a Dios (1º Corintios 10:31), al igual que todo lo demás que nosotros hacemos. Pero, 
lamentablemente, hoy en día muchos se visten para que los demás lo 
noten, y hagan comentarios acerca de cómo lucen.
Un segundo propósito de la vestimenta es
 cubrir y esconder aquellas áreas más privadas, o que pueden ser piedra 
de tropiezo para el sexo opuesto. Sin embargo, muchos se visten para 
descubrir, revelar o resaltar esas mismas áreas, que entonces llaman la 
atención y provocan la imaginación.
Entonces, ¿cómo sé la forma en que debo vestirme?
“Hay una diferencia entre vestir de forma atractiva y vestir para atraer”. Joshua Harris
Creo que las siguientes preguntas pudieran ayudar al lector o lectora a discernir a la hora de vestirse:
1)¿Es demasiado corto? ¿Demasiado pegado? ¿Demasiado delgado?
2)Si alguien me mira, ¿hacia dónde se van sus ojos de manera natural?
3)¿Adónde quiero que me miren los hombres?
4)¿Hay escritos o pinturas en mi ropa que enfatizan partes privadas de mi cuerpo?
5)Cuando doblo las piernas o me inclino hacia adelante, ¿qué muestro?
Creo que muchos no se hacen estas 
preguntas porque precisamente la vestimenta está siendo usada para 
destacar áreas particulares del cuerpo, y para provocar que los ojos se 
vayan detrás de esa persona al momento de ser observada. Nancy Leigh 
DeMoss, en su libro “Mirror, Mirror on the Wall”, nos dice que: “Tu ropa
 debe ser los suficientemente estrecha para mostrar que eres una mujer, y
 lo suficientemente suelta para mostrar que eres una dama”. Creo que esa
 es una buena recomendación a tomar en cuenta a la hora de determinar 
cómo lucir.
A la hora de vestirnos, debemos considerar que comenzamos a pecar cuando entramos en una de estas áreas:
- Ostentación; esto habla de aquello que es excesivo, extremo y lujoso, y que es exhibido con la intención de que otros me consideren superior o de mejor estatus.
- Las formas unisex las consideramos inapropiadas y potencialmente pecaminosas, porque son contrarias al diseño de Dios. Dios ha querido establecer claramente desde el principio la diferenciación entre lo que es femenino y lo que es masculino.
- Lo sensual obviamente lo consideramos pecaminoso, porque despierta la lujuria.
Unas palabras de consejo para nuestras mujeres.
¿Por qué prestar tanta atención a la 
parte externa del cuerpo, cuando Dios nos ha llamado a cuidar nuestro 
ser interior? Prestemos atención a lo que la Palabra nos dice en 1º Pedro 3:3-4 : “Y
 que vuestro adorno no sea externo: peinados ostentosos, joyas de oro o 
vestidos lujosos, sino que sea el yo interno, con el adorno 
incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso 
delante de Dios”. Sin lugar a dudas, lo externo siempre 
será una afirmación clara de lo que soy en mi interior, no importa si es
 mi hablar, mi vestir o mi conducta. 
En ocasiones escuchamos a alguien decir 
que “se siente bien ante el Señor”, pero que no ha podido estar bien 
delante de los hombres. Queremos recordar que si nosotros no estamos 
bien delante de los hombres, es muy posible que no estemos bien delante 
de Dios. La mejor prueba de esto es el texto de 2º Corintios 8:21 , que dice “pues nos preocupamos por lo que es honrado no solo ante los ojos del Señor sino también ante los ojos de los hombres”. Dios nos ha mandado a mantener una conducta irreprochable ante los hombres que en algún momento pudieran llegar a conocerle.
Sobre la modestia a la hora de vestir, 
creo que sería bueno pensar si alguien revisara mi closet, ¿qué 
descubriría acerca de mi corazón? Cuando salgo vestida a la calle, y 
otros me ven y sus ojos se van tras mi figura, ¿cuál sería el mensaje 
que mi imagen está proyectando? ¿Cuál es la invitación que mi cuerpo 
está haciendo a otros? Creo que estas preguntas son de capital 
importancia, sobre todo si vamos a afirmar que Cristo es el Señor de mi 
vestimenta, al igual que el Señor del resto de mi vida. El señorío de 
Cristo o es ejercido sobre toda la vida, o no es ejercido en lo más 
mínimo.
Fuente: www.integridadysabiduria.org 
 
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