
De manera intermitente escuchamos
de parte de algunos la expresión, “estamos en medio de un avivamiento”.
Otras veces oímos decir que una iglesia en particular tiene servicios
semanales de avivamiento. Otros han llamado avivamiento a las campañas
de milagros y sanación que ocurren de manera frecuente en nuestros días,
acompañadas con frecuencia de promesas de prosperidad económica. La
pregunta que debemos hacernos es, ¿Qué realmente es un avivamiento?
Muchos son los que han tratado de
definir el avivamiento, sin que necesariamente hayan podido capturar en
una sola definición todo lo que éste es. En mi opinión, el avivamiento
es más fácil de caracterizar que de definir. En otras palabras, me
parece más apropiado ir hacia atrás en la historia, revisar los
avivamientos más conocidos de la Iglesia y analizar sus características.
Sin embargo, de antemano nos atrevemos a decir que si hay algo que
pudiéramos decir de cada avivamiento verdadero es que estos representan
un mover del poder de Dios, traído a su pueblo de manera soberana, en un
momento particular, y como resultado del derramamiento de Su gracia.
Al revisar los avivamientos del
pasado, parecería que éstos ocurren en momentos donde la condición del
pueblo de Dios ha llegado a un deterioro moral significativo, y donde
Dios entonces viene en rescate de su pueblo, trayendo convicción de
pecado y arrepentimiento. A manera de ilustración, pudiéramos citar al
historiador de la Iglesia Edwin J. Orr, quien habla de que justo antes
del primer gran avivamiento en Estados Unidos, en el Siglo XVIII, había
una condición moral deplorable en aquella nación. El alcoholismo había
alcanzado proporciones epidémicas, donde aparentemente de una población
rondando los 5 millones de personas, habían unos 300,000 “borrachones”
confirmados. Aproximadamente unas 15,000 personas eran enterradas cada
año como consecuencia del alcoholismo. Además, el lenguaje de la
población era profano, las mujeres estaban temerosas de salir en las
noches por la frecuencia de los asaltos, y los bancos eran robados casi a
diario.
Las condiciones en las iglesias no
eran muy distintas. De los metodistas se dice que estaban perdiendo más
miembros que los que ganaban. El reverendo Samuel Shephard, de Lenox,
Massachusets, dijo no haber admitido una sola persona joven como miembro
de la iglesia en 16 años. Los luteranos se estaba muriendo y pensaron
unirse a los episcopales; y el presidente de la Suprema Corte de
Justicia, John Marshall, escribió a quien era el obispo de Virginia que
la iglesia estaba “demasiado alejada como para ser redimida”.
Condiciones similares han sido reportadas inmediatamente antes de una
nueva ola de avivamiento, en diferentes lugares del planeta. Todo esto
nos deja ver que nuestra sociedad, que no está lejos de aquellas
condiciones, pudiera estar lista para otro mover de Dios.
Los avivamientos parecen ser el
resultado de un mover de Dios, con la intención de restaurar a una
iglesia desviada, para moverla a una nueva posición de bendición, donde
su gracia y su poder puedan ser vistos una vez más. En la mayoría de
estos casos, por no decir en todos, la oración ha jugado un papel
fundamental. En los diversos avivamientos hay reportes de algún grupo de
cristianos que, preocupados por la situación de la sociedad y de la
iglesia, han decidido interceder delante de Dios, con la esperanza de
ver a la Iglesia renovada. Muchos creen que el principio del primer
avivamiento de Estados Unidos, conocido como “el gran avivamiento”
(1725) puede estar relacionado a un movimiento de oración de la
comunidad de los Moravos. Después de esta comunidad estar
orando por un tiempo, comenzó a aparecer un movimiento de
arrepentimiento y reconciliación. Este grupo de creyentes comenzó a orar
24 horas al día, a través de un grupo de personas que tomaban un turno
cada uno; y este movimiento duró 100 años. No es de extrañar entonces
que esa pequeña comunidad de Moravos, llamada Herrnhut, enviara en los próximos 65 años a 300 misioneros altamente comprometidos.
Pudiéramos concluir que el
avivamiento representa un derramamiento de la gracia y el poder de Dios,
con la intención de renovar a su pueblo, en un momento de deterioro de
las condiciones de la sociedad y la iglesia, y que siempre ha sido
precedido por un movimiento de oración originado en el deseo de ver a
Dios obrar otra vez en medio de su pueblo. En la próxima entrada
estaremos hablando acerca de algunas de las características confiables
de los avivamientos verdaderos del pasado, para contrastarlo con algunas
señales que no necesariamente implican una obra de Dios.
Fuente: www.integridadysabiduria.org
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