
Cuanto más pugnaba la mariposa por liberarse, más profundamente se le
clavaban la espinas en su frágil cuerpo.
El muchacho liberó con cuidado a la mariposa, pero ella, en lugar de irse
volando, se transformó ante sus ojos en un ángel.
El muchacho se frotó los ojos sin poder creerlo mientras el ángel decía:
- Por tu maravillosa bondad, haré lo que me pidas.
El muchachito pensó por un momento y luego dijo:
- Quiero ser feliz.
- Muy bien –le respondió el ángel y luego se inclinó hacia él, le susurró al
oído y
desapareció.
desapareció.
Al crecer el pequeño, no hubo nadie en el país más feliz que él. Cuando la
gente le pedía que les dijese el secreto de su felicidad, solamente sonreía y
decía: "Escuché a un ángel cuando era niño".
En su lecho de muerte, sus vecinos se reunieron a su alrededor y le pidieron
que divulgase el secreto de su felicidad antes de morir. Finalmente, el anciano
les dijo: "El ángel me dijo que cualquiera, sin importar lo seguro que
pareciese, fuese joven o viejo, rico o pobre, me necesitaría".
Con frecuencia amamos las cosas y usamos a las personas,
cuando en realidad deberíamos usar las cosas y amar a las personas.
cuando en realidad deberíamos usar las cosas y amar a las personas.
Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal;
con honra, daos preferencia unos a otros. (Romanos 12:10)
Fuente: www.renuevodeplenitud.com
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