Un día tuve una cita a almorzar con unas amigas. Mae, una pequeña ancianita de
cabello azulado como de 80 años, se nos unió—todos juntas, un grupo agradable.
Cuando nos trajeron los menús, todas ordenamos ensaladas, emparedados y sopas,
excepto May quien dijo: "Helado, por favor. Dos bolas de chocolate".
No estaba segura de que mis oídos hubiesen captado bien y las otras quedaron
aterradas. "Junto con un pastel de manzana calentado", agregó May, completamente
inmutable. Intentamos actuar de manera indiferente, como si la gente hiciese
esto todo el tiempo. Pero cuando nos trajeron los pedidos, no disfruté el mío.
No podía quitar mis ojos de Mae mientras engullía su pastel. Las otras damas
mostraron consternación. Comieron sus almuerzos en silencio y con el ceño
fruncido.
La vez siguiente que salí a comer, llamé e invité a
May. Almorcé carne blanca de atún. Ella ordenó una copa de helado. Sonreí.
Preguntó si ella me divertía.
Le contesté: "Sí, lo hace, pero también me confunde. ¿Cómo es que ordena
postres tan ricos, mientras yo siento que debo ser sensible?
Ella se rió y dijo con júbilo disipado: "Estoy probando todo lo que es
posible".
Intento comer la comida que necesito y hacer las cosas que debo. Pero la vida
es tan corta, mi amiga, odio perderme algo bueno. Este año me di cuenta cuán
vieja era (se sonrió). Nunca he estado tan vieja antes. Así que, antes de morir,
tengo que probar esas cosas que por años pasé por alto. No he olido todas las
flores todavía. Todavía hay muchos libros que no he leído. Hay todavía mucho más
helado acaramelado que devorar y papalotes que volar.
Hay muchos centros comerciales en donde no he comprado. No me reído de todos
los chistes. Me he perdido muchos éxitos de Broadway y papas fritas y gaseosas.
Quiero vadear una vez más en el agua y sentir el rocío del océano en mi rostro.
Quiero sentarme en una iglesia del campo y una vez más agradecerle a Dios por Su
gracia. Quiero untar mantequilla de maní sobre mi tostada cada mañana. Quiero
llamadas de larga distancia sin límite de tiempo a la gente que más amo.
No he llorado en todas las películas todavía o caminado en la lluvia
mañanera. Necesito sentir el viento en mi cabello. Quiero enamorarme de nuevo.
Así que si escojo postre en vez de cena, si muriese esta noche, diría que morí
ganadora, porque no me perdí de nada. Satisfice mi corazón. Tuve aquel último
mousse de chocolate antes de expirar". Con aquello, llamé a la mesera… "Cambié
de parecer", le dije. "Quiero lo que ella pidió; ¡sólo que me le agrega un poco
más de crema batida!"
Vivamos bien, amemos mucho y riamos a menudo… seamos felices. Recordemos que
la felicidad no se basa en posesiones, poder o prestigio, sino en las relaciones
con la gente que amamos y respetamos. Recordemos que mientras que el dinero
habla, ¡el chocolate canta!
Autor Desconocido
Fuente: www.AsAManThinketh.net
Fuente: www.AsAManThinketh.net
Si bien me corro el riesgo de que algunos tomen el pensamiento de hoy como un
llamado (o permiso) a una vida licenciosa y sin controles, la verdad es que vale
la pena corrérmelo. Y es que demasiada gente vive posponiendo el disfrute de la
vida por diversos motivos. A veces, pensamos que de alguna manera tenemos
control sobre la longitud de nuestra travesía por este mundo…y queremos estirar
dicha travesía al máximo.
Recuerdo el caso de una señora que vivía en una casa en penumbra a pesar de
contar con muchísimos recursos financieros… seguía ahorrando luz al extremo tan
sólo porque se había acostumbrado a hacerlo por más de 40 años, al comienzo de
los cuales había experimentado bastante escasez. Vamos, vamos, disfrutemos cada
día de lo que el Señor nos ha concedido…y compartamos de gracia lo que Él nos ha
dado para compartir con los demás (lo que debe incluir el gozo de vivir).
Adelante y que el Señor haga resplandecer Su rostro sobre ustedes y los
suyos.
Fuente: www.renuevodeplenitud.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario