Demostrando la belleza

Cuando era una niña, me llamaba mucho la atención ver a niñas bien lindas.  Un día sentada en el regazo de mi padre, le  pregunté:   ¿Qué hay que hacer para ser bien linda?  Y su respuesta fue: hijita, las niñas más lindas en esta tierra, son aquellas que aman a Dios y le obedecen.
Aquellas palabras nunca las olvido, porque he entendido que la Excelencia en la belleza, no consiste en lo externo.  Aunque no hay que negar que hay muchas mujeres bellas, con un rostro hermoso, cuerpo esbelto, gestos femeninos, formas de hablar muy atinadas y agradables.
Muchas veces esto se logra por prácticas y cuidados hacia sí misma, sin dejar a un lado por supuesto el toque del gran artista que ha creado a la mujer de una forma tan maravillosa.  Hoy quiero que reflexionemos acerca de la Excelencia en la Belleza. 

“El corazón alegre hermosea el rostro, más por el dolor del corazón el espíritu se abate”. (Proverbios 15:13)

¿Cómo está tu corazón?  ¿Hay gozo, alegría, satisfacción?  O por el contrario ¿tienes resentimientos, quejas, críticas, enojos, griterías, envidias, soledad, ansiedad, tristeza?

Recuerda: Para demostrar un rostro bello, necesitas sentirte feliz, y solo hay un camino para lograrlo: Tener a Cristo en tu corazón y dejar que el Espíritu Santo gobierne tu vida y moldee tu carácter.
A pesar de los contratiempos que puedas experimentar en la vida, si tienes la paz de Cristo que sobrepasa todo entendimiento, tu rostro transmitirá esa paz que nada ni nadie te la puede dar, sólo aquel quien te creó y te trajo a este mundo con un propósito.  Tú decides si embelleces tu rostro ahora mismo.
Has un alto en lo que estás haciendo y reflexiona sobre esto y habla con Dios, pidiendo Su ayuda y perdón y tu rostro comenzará a brillar.  Y luego mantén una disciplina de pasar tiempo a solas con él cada día, y decide perdonar a aquellos que te han herido y sirve a los demás con alegría, sabiendo que Dios dice: Todo lo que hagáis, hacedlo como para Dios y no para los hombres”
Dios te bendiga,
Tu hermana y amiga,
Alva Vargas de Contreras.

Fuente: www.renuevodeplenitud.com

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