Palabras muy a propósito para
despertarme y que me señalan un fin por el que bien vale la pena vivir.
Ser inteligente es algo inapreciable, pero la inteligencia de que aquí
se trata es sabiduría divina, que únicamente el Señor puede conceder.
¡Ojalá me conociese a mí mismo, a mi Dios y a mi Salvador! ¡Oh, Dios,
enséñame a poner en práctica la verdad divina y a vivir en su luz!
¿Vivo yo una vida prudente? ¿Busco yo lo
que debo buscar? ¿Vivo como desearía haber vivido en la hora de mi
muerte? Sólo esta sabiduría podrá asegurarme un resplandor tan
permanente como el del firmamento. Ganar almas es un fin glorioso y es
menester ser sabio para enseñar a una sola persona la justicia, y más
aún para enseñarla a muchos.
¡Oh, si tuviera yo este conocimiento de
Dios, de su Palabra y de Cristo para poder llevar a la conversión a un
gran número de personas! Podría consagrarme enteramente a esta empresa, y
no descansaría hasta lograrlo. Esto valdría para mí más que todos los
honores de que podría gozar en la corte. Esto hará de mí una estrella
resplandeciente por toda la eternidad y más brillante que muchas
estrellas del firmamento.
Hoy… quiero ser fiel para que la luz de Dios brille através de mi.
¡Señor, despiértame! ¡Señor, vivifícame! Amén.
Charles Spurgeon
Fuente: www.renuevodeplenitud.com
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