Daniel era un chico diferente, desde
pequeño sintió una extraña inclinación hacia las personas de su mismo
sexo, su forma de vestir no era del todo masculina y su hablar era un
claro ejemplo que estábamos frente a un chico confundido.
Sin embargo Daniel un día conoció a Dios
y entendió que sin Él no podía vivir más, en un momento de crisis
existencial tomó la mejor decisión que podía tomar: Entregarle su vida a
Cristo.
Ahora Daniel asistía a una Iglesia, sin
embargo aquellos pensamientos y “sentimientos” hacia las personas de su
mismo sexo seguían allí, y esa era una de las razones por las que Daniel
se sentía muy mal consigo mismo. A veces dejaba de asistir a la Iglesia
porque esos pensamientos lo acusaban y le querían hacer sentir que no
era merecedor del amor de Dios, pues su comportamiento anterior y los pensamientos que lo embargaban era los del “peor” pecador que podría existir, según él.
Un día Daniel se armó de valor y habló con su pastor
y le expresó los sentimientos, pensamientos y emociones que sentía
hacia personas de su mismo sexo. Con lágrimas en sus ojos Daniel le
repetía una y otra vez que él no quería seguir pensando o sintiendo de
esa manera, pero por alguna razón no podía, al mismo tiempo le expresaba
su temor de sentirse rechazado por las personas cuando conocieran su
pasado.
El pastor sabia y amorosamente le
expresó que Dios lo amaba y que cuando Dios lo llamó no lo vio como era,
sino como llegaría a ser cuando Él lo transformara. También le explico
que la Biblia era clara al referirse a la homosexualidad: “¿No
se dan cuenta de que los que hacen lo malo no heredarán el reino de
Dios? No se engañen a sí mismos. Los que se entregan al pecado sexual o
rinden culto a ídolos o cometen adulterio o son prostitutos o practican
la homosexualidad o son ladrones o avaros o borrachos o insultan o
estafan a la gente: ninguno de ésos heredará el reino de Dios.” 1º Corintios 6:9-10 (Nueva Traducción Viviente). Al mismo tiempo
le explico que al haber aceptado a Cristo como su Señor y Salvador, Dios
lo perdono de cualquier pecado que haya cometido y lo hizo hijo suyo: “Y
algunos de ustedes eran así. Pero Dios les perdonó esos pecados, los
limpió y los hizo parte de su pueblo. Todo esto fue posible por el poder
del Señor Jesucristo y del Espíritu de nuestro Dios.” 1 Corintios 6:11
(Traducción en lenguaje actual). Y al mismo tiempo que Dios lo perdonó y ahora es una nueva persona: “Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado, ¡una nueva vida ha comenzado!” 2 Corintios 5:17 (Nueva Traducción Viviente).
Ese día Daniel comprendió que Dios lo
había perdonado y lo había hecho una nueva persona y aunque él se
sintiera mal consigo mismo por lo que había hecho o sentido, entendió
que para Dios Él ya había sido perdonado totalmente. En esa misma
consejería comprendió también que todo lo que había sentido desde
pequeño era una confusión orientada por sus sentimientos y es que no
todo lo que se siente es lo que realmente se quiere o se tiene que
hacer. El pastor le leyó a Daniel el siguiente pasaje bíblico: “Cuando
ustedes sean tentados a hacer lo malo, no le echen la culpa a Dios,
porque él no puede ser tentado, ni tienta a nadie a hacer lo malo. Al
contrario, cuando somos tentados, son nuestros propios deseos los que
nos arrastran y dominan. Los malos deseos nos llevan a pecar; y cuando
vivimos sólo para hacer lo malo, lo único que nos espera es la muerte
eterna.” Santiago 1:13-15 (Traducción en lenguaje actual). Y luego le explicó que Dios no lo había creado así, sino que fueron sus mismos deseos o “sentimientos” equivocados los que lo hicieron
pensar erróneamente, ese día después de una largar charla oraron de una
forma muy especial. Daniel lloró como un niño delante de la presencia
de Dios y ese día realmente nació de nuevo, a partir de ese día Daniel
propuso en su corazón vivir para Dios, dejar de pensar equivocadamente y actuar y pensar de la forma correcta como todo un hombre cual Dios había creado.
Fue difícil al principio, pero la
decisión firme de Daniel por obedecer a Dios y agradarlo lo hizo con el
tiempo ser restaurado totalmente a tal punto que hoy en día esta
felizmente casado con una mujer hermosa y amorosa, tienen un hijo de
siete años. Cualquiera que vea a Daniel no creería que en algún momento
de su vida sintió inclinación o tuvo alguna relación sentimental con
personas de su mismo sexo. Su restauración fue total y ahora Daniel es
un ejemplo vivo que cuando disponemos nuestra vida para que Dios la transforme
o la restaure, Dios hace cosas maravillosas, pero necesita de cada uno
de nosotros una decisión firme para no dejar de hacer la voluntad
perfecta de Dios en cada día.
Al igual que Daniel hay miles de personas en las congregaciones
con sentimientos o deseos equivocados hacia personas de su mismo sexo.
El hecho que sientan o piensen de una manera no significan que tienen
que actuar basado en sus sentimiento, emociones o pensamientos. Cuando
lo que sentimos o pensamos va en contra del diseño original de Dios para
nuestra vida, entonces no tenemos porque hacerlo o actuar de maneras
equivocadas. La voluntad de Dios es que la imagen de Él sea reflejada en
nuestra vida a través de cómo Él nos creo originalmente: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” Génesis 1:27 (Reina-Valera 1960).
Si tú hoy que me lees estas pasando por un problema similar, quiero decirte
que hay esperanza de cambio para tu vida. Dios es capaz de
transformarte y restaurarte completamente, solo necesitas reconocer
delante de Dios que tienes ese problema, pedirle perdón con sinceridad
de corazón y tomar la firme decisión de cambiar, sometiéndote al Señor,
obedeciendo su Palabra y poniendo toda tu voluntad para comenzar a hacer
lo correcto delante de Dios sin titubear o rendirte y entonces verás
como Dios hace un cambio sobrenatural sobre tu vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario