Y mirándole el Señor, le dijo: Ve con esta tu fuerza y
salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? (Jueces
6:14)
¡Qué mirada la que el Señor dirigió a Gedeón! Esta mirada trocó su
desaliento en valor sobrenatural. Si nuestra mirada al Señor nos salva,
¿qué efectos no producirá su mirada en nosotros? Señor, mírame en este
día y aliéntame para cumplir con las obligaciones y luchas que de mí
exiges. ¡Qué palabras tan alentadoras dirigió Dios a Gedeón! «Ve». No tenía
por qué temer. Gedeón podía haber respondido: ¿Cómo quieres que vaya, si
soy tan débil? Mas el Señor le atajó, diciendo: «Ve con esta tu
fortaleza». Dios, con su mirada, le infundió valor; no le quedaba otra
cosa que utilizarlo para salvar a Israel y herir a los madianitas. Tal vez quiera el Señor utilizarme más de lo que yo pensaba. Con sólo
su mirada me ha hecho valiente. Por la fe puedo yo desplegar el poder
que me ha confiado. Nunca me ha dicho que «pierda yo mi tiempo en esta
mi fortaleza». Al contrario, voy porque es Él quien me alienta. ¡Qué
pregunta hizo el Señor a Gedeón y me hace también a mí!: «¿No te envío
yo?»
Sí, Señor, Tú me has enviado y yo iré con tu fortaleza. Obedezco a tu mandato y así estoy cierto de que Tú vencerás por mí.
Hoy… Estaré listo para ir donde Dios me envíe.
Charles Spurgeon.
Libro De Cheques Del Banco De La Fe.
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Fuente: www.renuevodeplenitud.com
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