En un almuerzo presidido por Mark Young, gobernador de Hong Kong, una
dama de las más distinguidas se sintió menospreciada al descubrir que
estaba sentada al extremo de la mesa, en vez de estar cerca del
anfitrión.
Al
terminar la comida, se acercó a Mark y le dijo con sequedad: “Según
parece, no se cuida usted de dónde se sientan sus invitados.”
“Señora”, replicó el gobernador, “a la gente realmente importante no
le interesa el sitio donde se sienta; y sucede a veces que quienes se
interesan por el sitio, no son importantes.
Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. (Isaías 57:15)
Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová;
pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi
palabra. (Isaías 66:2)
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