
Al principio las aves vacilaron, pero pronto obedecieron. Intentaron
levantar las alas con sus picos, pero eran demasiado pesadas. Luego
intentaron tomarlas con sus garras, pero eran demasiados grandes. Por
fin una de las aves logró levantar las alas sobre sus hombros donde era
posible llevarlas.
Poco tiempo después, les comenzaron a crecer y pronto se habían
pegado a sus cuerpos. Una de las aves comenzó a mover sus alas y se
elevó por los aires. Muy pronto las demás siguieron su ejemplo. Lo que
antes había sido una pesada carga, ahora se había convertido en el
instrumento que les permitía ir a donde antes no podían, cumpliendo de
estar manera el destino para el cual fueron creadas.
Los
deberes y las responsabilidades que como padre te han sido confiados,
son muchos y valiosos. A veces te sentirás como que no podrás llegar a
ver el próximo día, y mucho menos el próximo año.
Las noches sin poder dormir a causa de la alimentación del bebé y los
cólicos, esos interminables días durante la etapa de los terribles
años, las tareas escolares, conferencias de padres, la preadolescencia y
los adolescentes; todo esto en combinación puede parecer una inmensa
carga. Sin embargo, debes recordar la leyenda de las aves y sus alas, y
reconocer que Dios siempre estará de tu lado.
Dios no requerirá más de ti como padre, de lo que Él mismo te ayudará a hacer.
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