Un día visitó un museo con algunos
amigos. Se le olvidaron los lentes en su casa y no podía ver los cuadros
con claridad, pero eso no lo detuvo de ventilar sus fuertes opiniones.
Tan pronto entraron a la galería, comenzó a criticar las diferentes
pinturas.
Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo
entero, empezó a criticarlo.
Con aire de superioridad dijo: “El marco es
completamente inadecuado para el cuadro.
El hombre está vestido en una
forma muy ordinaria y andrajosa.
En realidad, el artista cometió un
error imperdonable al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su
retrato. Es una falta de respeto”.
El hombre siguió su parloteo sin parar hasta que su esposa logró
llegar hasta él entre la multitud y lo apartó discretamente para decirle
en voz baja: “Querido, – estás mirando un espejo!!!”.
Muchas veces nuestras propias faltas, las cuales tardamos en
reconocer y admitir, parecen muy grandes cuando las vemos en los demás.
Debemos mirarnos en el espejo más a menudo, observar bien para
detectarlas, y tener el valor moral de corregirlas; es más fácil de
negarlas que reconocerlas.
Por eso es necesario hacer a un lado el
orgullo pues solo con humildad podremos ver nuestros defectos y
corregirlos.
“
El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia." (Proverbios 28:13)
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