“Uno se creería que escuchar a Dios es fácil. Pero tenemos un enemigo que no quiere que lo hagamos.”
Más personas podrían caminar en la perfecta voluntad de Dios si aprendieran a escuchar su voz.
No
es poco común o raro que la gente responda con incredulidad cuando
escuchan a otro decir que Dios le habló. En estos tiempos modernos, aun
los cristianos
parecen creer que el Dios de Abraham y Moisés de repente se quedó mudo.
¡Qué noción tan ridícula! Si en lo natural como padres no podemos
esperar que nuestros hijos sepan lo que queremos que hagan a menos que
se lo comuniquemos, entonces ¿cómo es posible que nuestro Padre celestial no haga lo mismo con nosotros?
La Biblia nos enseña que Dios tiene un buen plan para todos aquellos que ponen su fe en Jesucristo. Su plan es perfecto, y llevará a todo el que lo siga a una vida en abundancia.
Pero estoy convencida que muchos cristianos nunca han disfrutado el
cumplimiento del plan perfecto para su vida porque no escuchan y
obedecen la dirección de Dios. Lo que hacen es escoger, ya sea a
sabiendas o por ignorancia, seguir su propio rumbo. Más personas podrían
caminar en la perfecta voluntad de Dios si aprendieran a escuchar su
voz.
Escuchar a Dios es vital para disfrutar de su plan eterno, pero escucharlo es nuestra decisión y nadie la puede tomar por nosotros. Dios no impone su voluntad en nosotros. Sin embargo, Él hará todo lo que pueda para animarnos a decirle sí a su dirección.
Dios nos habla de muchas maneras, incluyendo a través de su Palabra, naturaleza, gente, circunstancias, paz,
sabiduría, intervención sobrenatural, sueños, visiones, y el “testigo
interno”. Este testigo interno se describe mejor como conocer muy en los
adentros la sutil voz del Padre. Dios también habla con voz audible en
ocasiones.
Con tantas opciones, uno se creería que escuchar a
Dios es fácil. Pero tenemos un enemigo que definitivamente no quiere
que escuchemos a Dios. También está el mundo que nos llena los oídos con
toda clase de pensamientos que ahogan su voz y la echan al fondo.
Jesús
dijo: “Mirad, pues, cómo oís; por-que a todo el que tiene, se le dará; y
a todo el que no tiene, se le dará; aun lo que piensa tener se le
quitará” (Lucas 8:18).
Cuando Jesús caminó por la tierra, siempre supo hacer lo correcto porque hizo lo que vio en el Padre. Como nuestro Señor, podemos confiar en Él en que nos guiará por el camino correcto. El Salmo 48:14 dice que ¡nos guiará más allá de la muerte!
Normalmente, cuando mi esposo
Dave y yo viajamos, contratamos un guía para que nos enseñe los mejores
parajes. En una ocasión decidimos irnos a explorar por cuenta propia de
manera que tuviéramos la libertad de hacer lo que quisiéramos y así
controlar nuestro propio itinerario.
Rápidamente nos dimos cuenta que estos viajes por nuestra cuenta eran casi una pérdida de tiempo.
Pasamos mucho tiempo perdidos y tratando de encontrar la ruta correcta.
Hemos aprendido que es mejor seguir a un guía experimentado.
Pienso
que este ejemplo nos demuestra cómo vivimos. Queremos ir por nuestra
propia cuenta–para hacer lo que queramos, cuando queramos–pero
terminamos perdidos y perdiendo tiempo. Necesitamos al Espíritu
Santo guiándonos cada día. Dios está comprometido a guiarnos, de manera
que es obviamente importante aprender cómo escuchar lo que está
diciendo.
Aprender a escuchar a Dios y ser guiado por el Espíritu Santo es muy emocionante. Su plan es siempre el mejor, pero corremos el peligro de perdernos si no aprendemos a escuchar y obedecer la voz de Dios.
El Señor quiere
guiarle paso a paso a las maravillas que tiene reservadas para usted. Él
se preocupa por los más pequeños detalles de su vida. Se preocupa por
los deseos de su corazón y quiere revelarle la verdad que lo hará libre de cualquier miedo o preocupación.
A
través de Cristo y el poder del Espíritu Santo, Dios quiere hablarle de
frente, de uno a uno, cada día. ¿Abrirá usted los oídos?
Escrito por: Joyce Meye
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